Hablamos de acoso escolar o «bullying» cuando uno o varios alumnos muestran conductas amenazantes e intimidatorias hacia otro compañero. Estas conductas pueden adoptar formas muy diversas (insultos, amenazas, chantaje, difusión de rumores, robo de objetos o agresiones físicas) y se mantienen en el tiempo.
Tiene lugar en el interior del colegio o instituto, aprovechando los lugares y momentos de menor atención de los profesores (recreo, pasillos, cambios de clase), fuera del centro escolar o por medios telemáticos (redes sociales).
En el bullying intervienen tres actores: la víctima, los agresores y los espectadores
- Si eres víctima. Solo hay una respuesta: contar lo que ocurre y pedir ayuda. Debes saber que los centros escolares están obligados a adoptar medidas para cortar de raíz estas situaciones y cuentan con herramientas para hacerlo. No te calles. Habla con tu tutor, orientador o psicólogo y, por supuesto, con tus padres, porque también ellos tienen derecho a saber por lo que estás pasando.
- Si eres agresor. Es muy posible que necesites ayuda psicológica o que no entiendas lo que es el liderazgo sano o que incluso tú también hayas sido víctima de malos tratos y estás reproduciendo el mismo modelo. En cualquier caso, te recomiendo que hables con tu tutor, orientador o psicólogo.
- Si eres espectador. Mirar hacia otro lado es una forma de apoyar al agresor y de hacer que se crezca y endurezca su comportamiento. Habla con tu tutor, orientador o psicólogo. No caigas en el error de creer que eso es cosa de chivatos. Al contrario, es una gran muestra de empatía hacia un compañero que lo está pasando muy mal.
Algunos síntomas observables en la víctima que pueden alertar a padres y profesores
- Problemas de concentración y memoria.
- Descenso en el rendimiento escolar.
- Depresión, ansiedad, irritabilidad.
- Somatizaciones: dolor de cabeza, de estómago, malestar, cansancio.
- Falta de apetito.
- Dificultades para conciliar el sueño.
- Tendencia al aislamiento.
- Rechazo hacia el colegio, ausencias recurrentes.
- Sentimiento de culpa.
- Evitación.
- Respuestas emocionales extremas (llanto incontrolado, miedo a estar solo o a perder el control).
- En los casos más graves: autolesiones o intento de suicidio.
Algunas personas corren mayor riesgo de sufrir bullying, entre ellos, niños con discapacidad, autismo, obesidad o dificultades para la integración social.
Según datos del Instituto de Psiquiatría Gregorio Marañón, se estima que entre el 15 y el 50 % de los niños y adolescentes pueden haber sido víctimas de acoso escolar en algún momento. No es un problema que podamos pasar por alto.