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Hablemos de los mitos que rodean al TDAH

Dificultades de atención en niños con TDAH

La atención: un término vago

Veamos una situación habitual en el gabinete:

Una familia acude a nosotras preocupada por su hijo: lo ven disperso, le cuesta concentrarse en las tareas, parece incapaz de seguir una conversación, no hay forma de que memorice instrucciones y qué decir de esa manía de levantarse constamente durante cualquier actividad, no digamos si son tareas escolares.

Tras la oportuna valoración y con un diagnóstico de TDAH, los padres replican que no puede tratarse de eso, ya que estos síntomas desaparecen cuando su hijo participa en una actividad que le interesa: ver una película o jugar al fútbol, pongamos por caso.

El primer paso es desmontar este mito clásico. Para ello, explicamos a los padres que el término «atención», sin acotamiento alguno, es excesivamente vago.

Como otras funciones cognitivas, la atención requiere control. Si un estímulo externo capta (secuestra) nuestra atención por ser altamente atractivo o relevante -pensemos, por ejemplo, en los conductores que frenan bruscamente ante un accidente en plena autopista para mirar lo que ha ocurrido, con riesgo de provocar otro aún más grave-, en realidad no estamos ejerciendo control alguno; simplemente dirigimos la atención hacia lo que nos resulta impactante.

Cosa muy distinta es el proceso atencional con control, que implica una conducta autoguiada: la persona tiene un objetivo y activa su sistema ejecutivo para alcanzarlo. Es decir, enfoca su atención y la mantiene pese a la presencia de distractores.

¿Dónde reside la dificultad en el niño con TDAH?

Precisamente ahí: en el control de la atención.

Por eso, el hecho de que un niño pueda concentrarse viendo una película, jugando a un videojuego o participando en un partido de fútbol (si esta actividad le apasiona), no invalida el diagnóstico. En realidad, poco significa en términos clínicos.

A medida que maduramos y desarrollamos nuestro sistema ejecutivo, aprendemos a enfocarnos en tareas que revisten poco o nulo interés para nosotros. Esto es lo que nos permite completarlas de principio a fin, por poco motivadoras que nos resulten.

Este control también se aplica a otras funciones. ¿A quién le gustan los atascos o hacer cola? Lo que el cuerpo nos pide es marcharnos. De hecho, algunas personas poco consideradas solucionan esa situación incómoda por la vía rápida: colándose o, como fui testigo hace unos años durante un atasco veraniego, metiendo el coche* por el arcén.

Sin embargo, nuestro sistema ejecutivo -si funciona adecuadamente- regula esa impulsividad, inhibiendo respuestas automáticas, y nos ayuda a mantener la conducta orientada a un objetivo: en este caso, permanecer en la cola hasta obtener lo que deseamos.

En definitiva, toda función cognitiva requiere control. Y ese control es, justamente, un déficit nuclear en el trastorno por déficit de atención.

Dicho en pocas palabras: no se trata de un problema de atención, sino de una dificultad para controlarla.

*Los resultados no fueron los esperados: el coche cayó en un socavón imprevisto, sin daños personales por suerte, aunque se necesitó la intervención de bomberos y policía para sacarlo.

Contenido del vídeo: los niños con Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) no presentan dificultades en la capacidad de memorización propiamente dicha, sino en los procesos relacionados con el funcionamiento ejecutivo. En este video, abordarmos una serie de pautas orientadas a facilitar el acceso a la información almacenada en memoria.

 

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