¿Por qué usamos etiquetas diagnósticas?
Todos hemos acudido alguna vez al médico porque no nos encontramos bien o porque consideramos que nuestra salud está comprometida. Los facultativos utilizan términos como gripe, cefalea migrañosa, artrosis o gastronteritis para designar lo que nos ocurre.
Son ejemplos de lo que se conoce como diagnóstico. El diagnóstico es la culminación de la exploración médica de los síntomas que expermentamos y de las causas que los provocan. Los profesionales de la salud emplean estos términos, conocidos como etiquetas diagnósticas por varios motivos:
- Simplificar la comprensión de los síntomas.
- Predecir la evolución del problema.
- Orientar el tratamiento más adecuado.
- Facilitar la comunicación entre profesionales.
- Clasificar casos con características similares.
Limitaciones de las etiquetas diagnósticas
Sin embargo, las etiquetas diagnósticas:- No son características que nos definan como personas.
- No recogen nuestra complejidad e idiosincrasia.
- Pueden inducirnos a pensar que lo que nos ocurre es «patológico» o «anormal».
- Pueden generar estigmas o percepciones erróneas.
Diagnóstico psicológico: un enfoque delicado
Al igual que en el resto de ciencias de la salud, en psicología empleamos etiquetas diagnósticas para referirnos a diferentes problemáticas. Así, podemos oír que un conocido o familiar sufre una «depresión mayor», «bulimia nerviosa», «insomnio de terminación» o una «crisis de ansiedad» o «despersonalización», por mencionar algunos ejemplos.
Las etiquetas empleadas en psicología pueden llegar a causar incluso mayor impacto en el paciente que las médicas. Si además, el diagnóstico va precedido del término «trastorno» es posible que provoquen en nosotros sensación de incertidumbre y desesperanza.
La salud mental ha sido, en la historia del hombre, un tema tabú, rodeado por prejuicios de todo tipo. Afortunadamente, esta situación está cambiando, en particular en relación con algunas de las dificultades más comunes, como es el caso de la ansiedad, por ejemplo. Pero el desconocimiento sigue siendo grande.
Los profesionales que trabajan en la psicología clínica y de la salud buscan mucho más que establecer un diagnóstico. Su objetivo es que la persona funcione lo mejor posible en su día a día, y que lo haga de manera autónoma. Esto exige analizar los factores concretos que originan o influyen en la problemática que le afecta.
El profesional podrá emplear etiquetas diagnósticas que faciliten la comprensión del caso y le orienten a la hora de diseñar el proceso de intervención de un paciente determinado. Pero el diagnóstico no deja de ser una etiqueta. Dos personas con el mismo diagnóstico siempre serán diferentes, porque son muchos los factores que intervienen en cada caso: las características concretas del problema, las circunstancias que influyen en su ocurrencia, la relación entre éstas, los puntos fuertes y recursos de esa persona…
Si acudes al psicólogo es posible que éste emplee algunos términos específicos para ayudarte a comprender lo que te ocurre, basándose en la investigación y en los conocimientos teóricos adquiridos en el ámbito de la psicología. Pero tú eres un ser único, con una historia propia. El buen profesional habrá de tener eso en cuenta a la hora de trabajar contigo para ayudarte a alcanzar las metas que te hayas propuesto.