Prácticamente todos adoptamos en algún momento de nuestra vida el rol de cuidadores: como padres o madres que velan por la educación y protección de sus hijos o por causas sobrevenidas que nos llevan a atender a otra persona, por lo general, un familiar cercano.
El 80 % de los cuidadores de nuestro país no son profesionales y, de estos, nada menos que el 89 % son mujeres. En los casos más severos, estas personas abandonan sus carreras laborales o profesionales para dedicarse de pleno al cuidado de los suyos; si las circunstancias lo permiten, compaginan las funciones de cuidadoras, trabajadoras y madres en jornadas frenéticas e interminables.
Cuidar a nuestros familiares es un gesto de amor y cariño. Pero no está exento de grandes exigencias físicas, psicológicas y emocionales, en particular, si hablamos de personas muy dependientes.
La Administración tiene deberes pendientes: tarda entre 8 y 15 meses en tramitar las ayudas a la dependencia. La carga económica supone un nuevo fardo sobre la espalda de los cuidadores. Necesitamos, además, programas de mejora del bienestar de las personas cuidadoras, puntales de nuestra red de bienestar social.
Sólo cuando el cuidador entiende la importancia de su propio cuidado puede ofrecer la mejor ayuda a la persona que cuida. Pero para eso tiene que contar con el respaldo necesario.
En BlaBla queremos aprovechar este Día Internacional para ensalzar la figura del cuidador y abogar por políticas que reconozcan su valiosa aportación y hagan posible su propio cuidado.