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Las familias preguntan: niños sensibles

Durante los talleres de formación de familias fomentamos la intervención de los papás y mamás porque estamos convencidos de que las preguntas que plantean las familias y sus experiencias de primera mano son de gran utilidad para el resto de los participantes. En las líneas siguientes recogemos algunas de estas preguntas.

[+] ¿Aporta el rasgo de la alta sensibilidad alguna ventaja?
[+] ¿Puede un niño NAS ser extrovertido?
[+] ¿Cómo podemos hablar de emociones o sentimientos si nuestro hijo lo evita?
[+] ¿Son habituales las manías o lo que los padres consideramos manías?
[+] ¿Pueden ser NAS dos hermanos aunque uno sea introvertido y el otro extrovertido?
[+] Mi hijo es muy extrovertido. Eso me lleva a pensar que no es NAS y que son cosas mías.
[+] ¿Puede manifestarse menos la sensibilidad con la edad?
[+] ¿No es mejor que el niño NAS aprenda a inhibir sus manifestaciones dado que vive en un entorno no NAS?
[+] ¿Cambian las manifestaciones de la alta sensibilidad en la preadolescencia?

¿Aporta el rasgo de la alta sensibilidad alguna ventaja?

La alta sensibilidad es un don y su potencialidad es innegable.

El niño NAS experimenta las emociones -ya sean negativas o positivas- con gran intensidad, capta información del mundo circundante que para otros es imperceptible y su actitud analítica y reflexiva le ofrece grandes ventajas desde el punto de vista del aprendizaje.

Puede sentir emociones intensas observando una obra de arte o escuchando una melodía; puede conectarse a través del pensamiento intuitivo con otras personas sin necesidad de hablar siquiera, y puede desarrollar una gran sensibilidad hacia los animales -seres vivos que no hablan- con los que establece otras formas de conexión.

¿Dónde está entonces el problema?

En las características de nuestro entorno cultural «no sensible» en el que prima la inmediatez y la superficialidad -en particular, si acapara la atención- sobre la reflexión. Nada hace prever, sin embargo, que las cosas vayan a ser diferentes en el futuro, por lo que nuestros chavales tendrán que aprender a acomodarse a las circunstancias al tiempo que aprovechan al máximo su excepcionalidad. Porque no olvidemos que el niño NAS es un ser excepcional. Si somos capaces de ofrecerle un entorno seguro en el que no se vea obligado a dedicar tanto esfuerzo a frenar la sobreestimulación a la que está sometido, si le enseñamos a comprender sus propios rasgos a través del conocimiento de los mismos, podrá canalizar esas diferencias, acomodarse a un mundo que percibe como hostil y desarrollar sus muchas potencialidades.

¿Puede un niño NAS ser extrovertido?

Según revelan los estudios realizados, el grupo de niños NAS con perfil extrovertido es minoría (30 %). De cualquier forma, es importante tener en cuenta este porcentaje, porque hay niños con el rasgo de la alta sensibilidad en los que no se observa inhibición conductual.

¿Cómo podemos hablar de emociones o sentimientos si nuestro hijo lo evita?

Aplica dos estrategias clave:

  • Esperar el momento oportuno: no se trata de hablar cuando a nosotros nos parezca o nos venga bien. Si insistimos, lo más probable es que el niño se cierre en banda. Nuestro hijo o hija encontrará el momento para hacerlo. Los adultos tenemos que ser pacientes y esperar a que sean ellos quienes den el primer paso. Con los más pequeños podemos utilizar algunas estrategias como los cuentos. Si notamos que nuestro hijo siente una emoción que responde a algún tipo de pensamiento con el que no está a gusto, podemos buscar una historia cuyo protagonista experimente algo parecido y tratar el tema de manera indirecta.

  • Persona adecuada: no todos los adultos tienen la misma facilidad de comunicación con un niño NAS. El niño con alta sensibilidad suele mostrarse más abierto con un adulto en particular y esta es la persona más indicada para tratar con él estas cuestiones.

¿Son habituales las manías o lo que los padres consideramos manías?

Fijaos cuánto prejuicio por desconocimiento. Cuando un niño se queja de que la ropa le pica o de que una comida o lugar huele mal enseguida lo comparamos con su grupo normativo: niños no sensibles para los que el olor, las costuras o determinados sabores son prácticamente imperceptibles, porque su nivel de procesamiento es mucho menos intenso. ¿El resultado? Nuestro hijo es un maniático o quiere llamar la atención.

Pensemos en esto: ¿qué necesidad tiene un niño de decir que un calcetín le molesta, por ejemplo? ¿Qué busca cuando se queja de que el sol le hace daño? En nuestro entorno no se concibe (ni valora) la alta sensibilidad y eso nos lleva a menospreciar o a no hacer caso a estos comentarios o a responder con un gesto de desesperación y un «ya estamos». Tengamos en cuenta estos rasgos. Si el niño dice que una cosa le molesta, es que le molesta. Y fijaos cómo cambia el trato con ese niño cuando entendemos que eso es algo que no puede controlar. Enfrentaremos el problema de otra manera: podemos trabajar esa hipersensibilidad con una habituación progresiva si lo creemos oportuno porque condiciona en exceso la vida diaria del niño. O podemos no trabajarla y simplemente evitar el estímulo molesto. ¿Para qué voy a ponerle ropa ajustada o de un determinado tejido si sé que le molesta? Claro que son niños que se quejan mucho. Y si no se quejan es porque han comprendido que quejarse es malo. Pero eso no significa que no sigan sufriendo exactamente igual ante los estímulos que les incomodan. Si mis quejas provocan el enfado de mis padres o comentarios del tipo «eres un quejica» o «siempre estás igual», dejaré de quejarme, pero las molestias persistirán. El niño no es maniático, simplemente expresa aquello que le molesta.

¿Pueden ser NAS dos hermanos aunque uno sea introvertido y el otro extrovertido?

El temperamento está marcado por la genética, por lo que el rasgo de la alta sensibilidad es heredable. Es muy probable que dos hermanos compartan ese rasgo y que también mamá o papá (o ambos) lo tengan. Hay muchos adultos que, a través de sus hijos, se dan cuenta de que también ellos son personas altamente sensibles.

La necesidad de ajuste entre padres y hijos siempre es importante, pero parece aún más necesaria si el niño es altamente sensible. Imaginemos lo distinta que será la interacción entre un niño NAS con padres no sensibles o un niño NAS con uno o ambos padres que comparten esa condición. Son escenarios muy diferentes, cada uno de ellos con sus pros y contras. En la relación con progenitores altamente sensibles, el niño se encontrará más a gusto porque sus padres prepararán el entorno idóneo, pero probablemente la conexión con el mundo no sensible sea más complicada. Los papás no NAS, por su parte, se desenvolverán mejor en este último terreno, aunque tendrán mayores dificultades para comprender las características de su hijo.

Mi hijo es muy extrovertido. Eso me lleva a pensar que no es NAS y que son cosas mías.

No todos los niños sensibles o que en un momento puntual de su vida se muestran especialmente sensibles son niños NAS. Hay momentos del desarrollo en los que los niños están más sensibles y situaciones de cambio y transición que generan en el niño una especial sensibilidad. Establecer que un niño tiene el rasgo de la alta sensibilidad requiere una valoración exhaustiva que incluye, entre otras cosas, el conocimiento profundo del desarrollo del niño, de su entorno más próximo y de su comportamiento fuera de casa.

Si esta cuestión te preocupa porque consideras que está afectando a la vida de tu hijo, te aconsejo que busques asesoramiento profesional que establezca si ese comportamiento es circunstancial o responde al rasgo de la alta sensibilidad.

¿Puede manifestarse menos la sensibilidad con la edad?

Sí, de hecho es lo que sucede. Si eres muy sensible a lo que pasa a tu alrededor y a lo que los demás opinan de ti (algo muy habitual en el niño NAS que ya de por sí es tremendamente autocrítico) y la respuesta de tu entorno es negativa, tratarás de ocultar lo que sientes. Como padres, tenemos que evitar prejuicios. ¿Por qué se queja nuestro hijo? ¿Cuál es el motivo profundo? Negar o menospreciar esas manifestaciones no hace más que generar conductas de evitación y malestar.

¿No es mejor que el niño NAS aprenda a inhibir sus manifestaciones dado que vive en un entorno no NAS?

Existe un evidente mecanismo de adaptación. ¿Qué quiere el niño? Vivir tranquilo y ser aceptado. El niño NAS necesita mecanismos de compensación para desenvolverse en entornos muy estimulantes. La evitación es uno de ellos, pero no está exenta de problemas. Es cierto que no se expone a la situación que le produce malestar pero, al rehuirla, tampoco manifiesta su personalidad tal como su temperamento le demanda con el perjuicio emocional que ello conlleva.

La solución no es que el niño aprenda a evitar, sino que disponga de herramientas para expresarse. Pensemos, por ejemplo, en el sentimiento de la amistad (con un amigo, no grupal) tan importante para el niño NAS. Es posible que ese amigo no experimente ese mismo sentimiento. El niño con alta sensibilidad también tiene que entender esto, porque de lo contrario se verá inmerso en situaciones muy dolorosas. Hay que prepararlo para que entienda sus características (y fortalezas), pero también que el resto de los chavales (nada menos que un 70 %) no tiene este rasgo, por lo que ha de encontrar la forma encajar y expresarse sin que ello suponga motivo de dolor. Si en algún momento tenemos que controlar algunos estímulos porque afectan demasiado al niño, le enseñaremos a evitar aquellas situaciones que no le reportan nada positivo. Lo mismo podemos decir de la expresión de la sensibilidad. Quizás un grupo numeroso no sea el mejor lugar para expresar esa sensibilidad, pero sí cuando esté con su amigo o con grupos más pequeños con los que se encuentra cómodo.

¿Cambian las manifestaciones de la alta sensibilidad en la preadolescencia?

La preadolescencia es una etapa complicada para todos los niños, un momento de cambios vertiginosos, físicos y emocionales, con una bomba hormonal haciendo de las suyas. Al niño NAS le aterran los cambios. El apoyo de la familia en estos momentos es importante: empatía, escucha activa, ayudar a gestionar emociones. Todo el trabajo que hayamos realizado durante la niñez y la preadolescencia tendrá repercusión en la adolescencia de nuestro hijo. Poco podemos hacer los padres con un hijo adolescente, ya que es un periodo de separación de los adultos de referencia. Como padres de un adolescente NAS tenemos que ser conscientes de que habrá momentos en los que nuestro hijo sufrirá y lo pasará mal, porque la propia situación de cambio le provoca desasosiego. Pero es muy difícil, sino imposible, que nos abra la puerta de sus sentimientos y emociones si somos nosotros los que llamamos a ella. Por tanto, ¿cuál es nuestra función? Estar ahí incondicionalmente para cuando nuestro hijo recurra a nosotros y, una vez que se nos acerque, aprovechar esa situación para establecer límites y hablar acerca de esos sentimientos: en definitiva, ayudarle a que el camino sea menos duro.


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