¿Cómo podemos estimular el lenguaje? La respuesta es sencilla: jugando. Vamos a jugar con nuestros hijos de forma natural, con actividades y juegos que les interesen y a su mismo nivel visual, es decir, colocándonos a su altura para que puedan vernos la cara y recibir toda esa información no verbal que tanta importancia comunicativa tiene.
¿Qué potenciamos?
Aprovecharemos situaciones cotidianas que compartimos con nuestros hijos para crear momentos de juego naturales que mantienen el mismo patrón. A través de esa repetición -muy eficaz porque incorpora la previsibilidad que tanto gusta a los niños-, les damos la oportunidad de imitar espontáneamente las producciones que realizamos.
Ilustraré lo anterior con un ejemplo. Si escondemos una pelotita bajo una tela y preguntamos a nuestro hijo, con tono de expectación, «¿Donde está?», es más que probable que cuando la destapemos para dejarla a la vista, el niño trate de hacer lo mismo que nosotros. Es importante acompañar con gestos las producciones verbales y utilizar entonaciones distintas. No es lo mismo que digamos «¡Está aquí!» elevando la voz con gesto de sorpresa, a que digamos esas mismas palabras en voz baja y manteniendo el suspense.
Lo que siempre han hecho nuestras abuelas y madres: ahí está la clave
Así es: el juego, tal como nos lo han enseñado nuestras abuelas y madres es un recurso excelente para estimular la repetición, ya que aúna comunicación verbal y no verbal, con esos cambios de entonación y momentos de expectación que tanto gustan a los niños.
Qué evitamos
Para que el juego resulte eficaz como herramienta de estimulación del lenguaje, evitaremos lo siguiente:
- Forzar la repetición. Si el niño se aburre con una actividad, no tiene sentido repetirla.
- Hacer preguntas constantes. Se trata de jugar de forma natural, no de un interrogatorio.
- No permitir momentos de silencio. Si dejamos espacio de silencio, es muy probable que el niño hable. Si hablamos continuamente, es muy difícil que lo haga. Pensad en esa situación en la que charlamos con otro adulto y es imposible dar nuestra opinión, porque esa persona enlaza una frase con otra. Lo más probable es que, tras varias intentonas, optemos por el mutismo.
Os animamos a que aprovechéis los momento de juego con vuestros hijos para estimular su lenguaje de forma amena y eficaz.
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