Durante los talleres de formación de familias fomentamos la intervención de padres y madres porque estamos convencidos de que las preguntas que plantean y sus experiencias de primera mano son de gran utilidad para el resto de los participantes. En las líneas siguientes recogemos diversas consultas realizadas en el curso del taller «TDAH en adultos».
[1] Me cuesta prestar atención. ¿Tengo TDAH?
[2] ¿Qué hago si tengo TDAH?
Me cuesta prestar atención. ¿Tengo TDAH?
La atención, entendida como función básica y transversal implicada en todos los procesos cognitivos en mayor o menor medida, es muy vulnerable.
La existencia de un déficit atencional es un síntoma inespecífico porque no hay una única etiología. De hecho, si analizamos los diagnósticos más habituales (depresión, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo…), la atención, en sus diferentes variantes (sostenida, selectiva y alternante) siempre está afectada en alguna medida.
¿Puede una persona con un trastorno obsesivo compulsivo por la limpieza focalizar su atención en otro estímulo que no sean los ácaros o gérmenes? ¿Puede una persona en plena crisis de pánico, que se ve a las puertas de la muerte, dirigir su atención hacia otro estímulo que no sean sus constantes vitales? ¿Puede una persona sumida en un estado de tristeza aguda, sin motivación por nada, sostener su atención en alguna tarea?
Por consiguiente, siempre que alguien perciba un déficit atencional, hemos de realizar un estudio pormenorizado de todas las esferas (cognitiva, emocional y social) para determinar posibles variables causales que nos permitan asociar esa condición con un trastorno concreto.
¿Qué hago si tengo TDAH?
Lo primero que tienes que hacer es respirar tranquil@ porque tener conciencia de una dificultad es el primer paso de toda mejoría.
Es probable que, como consecuencia de no haber tenido un diagnóstico precoz, sufras en este momento algún tipo de malestar por no disponer de las herramientas necesarias para gestionar algunas situaciones.
Así que, antes de centrarnos en el TDAH propiamente dicho, pondremos sobre la mesa todo lo que lastra «tu mochila». Puede ser inseguridad, baja autoestima, ansiedad social, indefensión o cualquier otra cosa. Es conveniente iniciar el proceso terapéutico desmigando esas cosas que no te permiten vivir como te gustaría y que no son sintomatología nuclear del TDAH, sino dificultades que surgen por desconocimiento del trastorno y exposición continuada a situaciones de desajuste.
A continuación, debes familiarizarte con el TDAH en general y con cómo te afecta a ti, en particular, en las distintas esferas (cognitiva, conductual, emocional y socia). Parte del proceso terapéutico inicial se centrará, por tanto, en la psicoeducación.
Es muy probable que el profesional que haya hecho el diagnóstico te hable acerca del uso de psicofármacos como parte del tratamiento. Hoy en día, el tratamiento combinado de psicofármacos y terapia cognitivo-conductual se considera el más eficaz. Debido a la complejidad y variabilidad de los síntomas existen numerosos fármacos (estimulantes y no estimulantes) entre los que el psiquiatra podrá elegir en función de las características del paciente, por lo que es imprescindible llevar a cabo una buena evaluación.
Con la medicación notarás cambios enseguida (mayor facilidad para focalizar la atención o controlar los impulsos), pero es necesario acompañarla del programa terapéutico que te permita incorporar nuevos aprendizajes. En el transcurso de la terapia, el psicólogo hará un estudio detallado de tu rutina para poner a tu disposición estrategias que puedan facilitar tu desempeño diario y favorecer tu bienestar emocional y social.
Icíar Casado (Psicóloga)