Aspectos tales como falta de planificación y organización, pobre gestión del tiempo, tendencia a la procrastinación o dificultad para demorar la recompensa son evidentes en muchos alumnos con TDAH. En este vídeo aportaremos algunas pautas para favorecer la organización, planificación y autonomía de estos alumnos.
Los plazos indefinidos o lejanos no sirven
El docente debe tener esto en cuenta para evitar situaciones de aprendizaje demoradas en el tiempo. Expresiones como «La semana que viene me traéis esto hecho» o «tenéis un mes para leer ese libro» no sirven con los niños con TDAH. Debemos proporcionarles tareas bien organizadas con hitos intermedios.
Es obvio que el libro debe estar leído transcurrido el mes, pero podemos planificar con el alumno cómo será el proceso hasta entonces. Una estrategia eficaz es crear una hoja de registro que refleje los días que nos separan de la meta (la lectura completa del libro) e ir señalando cuántas páginas se leerán cada día.
Es importante establecer reforzadores que el niño recibirá cuando cumpla los hitos. No hablamos de premios u objetos tangibles. Puede ser un refuerzo verbal, social o incluso un refuerzo negativo (retirar tareas). El propósito es que el niño con TDAH mantenga su compromiso a lo largo del tiempo. Y, por supuesto, reconoceremos y reforzaremos su esfuerzo de forma continuada.
Trabajar la autonomía
Nos enfocaremos asimismo en el desarrollo de la autonomía. Para ello necesitamos implementar estrategias de auto-monitorización y auto-registro. Fomentar la auto-observación puede ser un desafío, especialmente a edades tempranas, por lo que -al menos al principio- requeriremos de la colaboración del adulto.
El primer paso implica la identificación de la conducta que deseamos reforzar (por ejemplo, permanecer en silencio durante diez minutos). Profesor y alumno registrarán esta conducta, marcando un «tick» cada diez minutos. Posteriormente, se compararán ambos registros. Lo más probable es que el profesor haya realizado un registro preciso, mientras que el alumno, al menos al principio, no lo habrá hecho. Esto es parte del proceso de aprendizaje. El objetivo es que el alumno adquiera la capacidad de registrar sus propios logros con la guía del profesor, para realizar después comparaciones y aplicar refuerzos inmediatos y demorados que consoliden esa conducta.
Entrenamiento en autoinstrucciones
Cuando elaboramos un plan o llevamos a cabo una tarea de cierta complejidad, todos nosotros vamos estableciendo una serie de pasos a través de nuestro lenguaje interno (autoinstrucciones). Sin embargo, en el caso de los niños con TDAH, esta mediación verbal parece estar afectada y requiere ser aprendida, inicialmente a través de un modelo, para después integrar ese lenguaje interno. ¿Cómo podemos facilitar el proceso?
- Modelo explícito. El docente verbaliza todos los pasos seguidos mientras ejecuta la acción.
- Guía externa. El profesor ofrece indicaciones sin ejecutar la conducta.
- Autoguía visual. El propio alumno verbaliza los pasos y, en caso de dificultad, recurre a una guía visual con iconos representativos de cada paso.
- Autoguía encubierta. Comienza a aparecer el lenguaje interno, que es el propósito buscado con este ejercicio.
La hoja en blanco
Durante las explicaciones del profesor, algunos niños levantan la mano continuamente debido a la irrupción constante de pensamientos que no logran inhibir o temen olvidar. Esto interrumpe el ritmo de la explicación y molesta al resto de la clase. Un mecanismo eficaz de abordar esta situación es que el niño tenga una hoja en blanco sobre la mesa, donde el profesor le pedirá que plasme de forma esquemática esas preguntas. Al concluir la explicación, el profesor leerá y contestará las preguntas registradas. Esta estrategia busca dar salida al pensamiento distractor y, al mismo tiempo, proporcionar al niño espacio para plantear sus dudas.
Marcadores del punto en el que se deja la actividad
Una recomendación sencilla y de gran utilidad para el niño con TDAH es el uso de marcadores para señalar el punto en el que deja una tarea. Por ejemplo, si el alumno se ausenta para ir al baño, evitará pérdidas de tiempo innecesarias al localizar fácilmente dónde estaba cuando cambió de actividad. Los niños sin TDAH no necesitan este recurso, porque cuentan con una capacidad denominada «branching» que les permite retomar la tarea sin dificultad.