El TDAH es un trastorno del neurodesarrollo que afecta al desarrollo y maduración de las funciones ejecutivas, conjunto de habilidades mentales estrechamente relacionadas con los sistemas encargados de la regulación cognitiva, emocional y conductual.
La dificultades en la regulación cognitiva se manifiestan en el niño, sobre todo, en forma de problemas para mantener la atención, seleccionar el estímulo diana entre un conjunto de estímulos, alternar la atención entre estímulos o manipular información, actividad en la que interviene la memoria de trabajo.
En el ámbito de la regulación emocional observamos mayor facilidad para la irritabilidad y las respuestas explosivas, así como tendencia a reaccionar de forma impulsiva sin medir las consecuencias de los actos.
Desde el punto de vista de la regulación conductual se observa una clara desinhibición motora, en particular, en los subtipos combinado o con predominancia hiperactiva. Son niños a los que cuesta mucho frenar la respuesta motora; de hecho, se aprecia una relación clara entre la respuesta motora y el mantenimiento de la atención: el niño con TDAH necesita moverse para poder mantener la atención.
Esta inmadurez en los sistema de regulación genera problemas a todos los niveles: de desarrollo de la autonomía, de gestión emocional, de interacción con iguales, etc., es decir, en todo aquello que tiene que ver con situaciones novedosas o complejas donde la intervención de las funciones ejecutivas es imprescindible.
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