En el vídeo de hoy, la psicóloga Icíar Casado nos explica -de forma fácilmente comprensible también para las familias- las diversas técnicas utilizadas para valorar la fluidez del habla en niños y adultos. Estas técnicas abarcan desde el análisis del «índice de velocidad articulatoria» y de los comportamientos secundarios, hasta los cuestionarios que deben completar los adultos de referencia.
No hablamos siempre igual
Antes de iniciar cualquier tipo de valoración, debemos tener en cuenta el hecho de que nuestras producciones están sujetas a una elevada variabilidad. Nuestra forma de hablar cambia en función del contexto y del interlocutor. Por ello, hemos de complementar la observación de nuestro paciente durante la sesión, con los vídeos facilitados por padres, madres u otros adultos de referencia en los que podamos analizar cómo se expresan sus hijos en diferentes situaciones.
Una vez visualizados los videos, obtendremos lo que se denomina «índice de velocidad articulatoria», un indicador de la rapidez del habla.
Para ello, tomaremos un máximo de 300 palabras y analizaremos el número de sílabas por segundo que produce esa persona. Por regla general, alguien con un ritmo estándar de habla emite entre 4 y 4,5 sílabas por segundo.
IMPORTANTE: no debe haber disfluencias en las sílabas consideradas, ya que esto alteraría el recuento. En personas con un alto grado de tartamudez, esta medición no tiene sentido, porque el ritmo de habla estará muy condicionado por la propia disfluencia.
Sin embargo, en caso de disfluencia moderada, este ejercicio es interesante porque nos permite determinar si parte de nuestra intervención debe enfocarse en reducir el ritmo o incluso en introducir pautas en las producciones.
No debemos confundir esto con la instauración de un habla robótica -algo poco natural que no es del agrado de nadie-, sino con la reducción del ritmo de habla.
Por tanto, calcularemos las sílabas por segundo, omitiendo aquellas acompañadas de disfluencias.
Bloqueos y repeticiones
Una vez obtenida la velocidad articulatoria, analizaremos las disfluencias: los bloqueos y las repeticiones.
No es lo mismo un bloqueo que dura medio segundo a otro que se prolonga durante uno o tres segundos.
En lo que respecta a las repeticiones, analizaremos dos factores:
- Frecuencia de repetición
- Intensidad de repetición
Ejemplo: si digo «Me me me duele la la la cabeza», tendremos una frecuencia de repetición de dos («me» y «la»). La intensidad (severidad) corresponderá al número de repeticiones por sílaba realizadas al construir la frase.
Comportamientos secundarios
Especial mención merecen los comportamientos secundarios, es decir, reacciones que, aunque no estén inicialmente relacionadas con la dificultad del habla, se presentan simultáneamente, por lo general como mecanismo de escape o evitación frente a las disfluencias. El repertorio es amplio e incluye desde respuestas fisiológicas, psicológicas o emocionales hasta tics, circunloquios o el uso de muletillas o sinónimos, entre otros. Por lo general, estos comportamientos tienden a intensificarse a medida que la persona se hace más consciente de su dificultad.
Además de la exploración mencionada, se utilizarán los cuestionarios correspondientes completados por la familia o adultos de referencia. Estos cuestionarios proporcionan información valiosa, como el momento de aparición de las disfluencias, la presencia de otros casos en la familia y comportamientos observados en relación con el habla. Esta información nos ayudará a determinar el grado de severidad y, en particular, a identificar el tipo de tartamudez, así como a decidir si es necesaria una intervención inmediata o qué orientaciones podemos ofrecer al paciente y a la familia.
La logopeda especializada en tartamudez Raquel Escobar ha desarrollado una calculadora online (disponible en su sitio web) en la que se pueden introducir los valores indicados al inicio de esta entrada (velocidad de articulación y análisis de disfluencias). El programa genera tablas fácilmente interpretables y muy útiles para aclarar las dudas del paciente o la familia, si este último es menor.