Lamentablemente, esta es una queja que oímos cada vez con más frecuencia en consulta.
El TDAH presenta a menudo algún tipo de comorbilidad. Los trastornos adictivos son una de ellas. El uso abusivo de las pantallas es el día a día de muchos niños con TDAH.
Los psicólogos especializados en adicciones no hacen diferencias entre la adicción a drogas químicas y la adicción a la tecnología, porque tanto el mecanismo como la sintomatología son similares: tolerancia y, por tanto, necesidad de un mayor consumo, síndrome de abstinencia en su ausencia, aislamiento social, abandono de hobbies, etc.
El uso de los móviles proporciona placer y sus efectos son más adictivos en los niños con TDAH por sus dificultades para controlar el impulso, demorar la recompensa y encontrar motivaciones alternativas. Esto los hace especialmente vulnerables. Los chavales dejan de hacer cosas que hasta entonces les habían interesado por mantenerse cerca de un estímulo que ejerce una fortísima atracción sobre ellos.
Lo primero que hacemos en estos casos es analizar cuánto tiempo permanece esa persona contactada a dispositivos y a qué contenido. No es lo mismo el niño que accede a redes sociales, que el que apuesta o consume pornografía o el que juega a videojuegos. Si esto nos da a entender que estamos en presencia de una conducta adictiva a dispositivos, hemos de tratarlo como una adicción y, en ese caso, se involucra a las familias en la intervención, porque necesitamos que acompañen a su hijo o hija en el proceso de «desintoxicación» con su modelo y apoyo. No podemos pedirle a un chaval que se despegue del móvil y salga con sus amigos, por ejemplo, si observa en sus padres ese mismo comportamiento.
Por regla general, se diseñan programas de implicación familiar y se buscan alternativas. Inicialmente, se adoptan decisiones drásticas en cuanto a los tiempos de uso, para después ir ampliándolos. Es necesario analizar cada caso concreto para conocer cuál es la red social utilizada por el adolescente, cómo es su rendimiento académico, si tiene problemas en el instituto, etc. Las pantallas funcionan muchas veces como ansiolítico, es decir, como mecanismo de evasión de los problemas. Por consiguiente, investigaremos exhaustivamente qué subyace tras el uso abusivo del móvil, porque tal vez sea una forma de canalizar un problema.
Ante la sospecha de adicción, nuestra recomendación, sin alarmismos innecesarios -todos sabemos que los adolescentes, de dejarlos, estarían encerrados en su cuarto con el móvil todo el día-, es la de contactar con un psicólogo que realice una buena historia clínica del desarrollo y situación actual del niño o la niña y del papel que el móvil desempeña en su vida. Por suerte, contamos con excelentes profesionales especializados en adicciones.