… que debe adaptar a las necesidades del aprendiz.
Y es que la repetición, sin entender los pasos, no suele concluir con el resultado esperado.
Entre los diversos enfoques de aprendizaje existentes, quiero centrarme hoy en el denominado «aprendizaje procedimental», basado en la práctica repetitiva de tareas hasta que se vuelven automáticas. Gracias a la automatización, liberamos recursos cognitivos para afrontar procesos de mayor exigencia como, por ejemplo, tomar decisiones o enfrentarnos a situaciones cambiantes o complejas.
Este tipo de aprendizaje implica la ejecución reiterada de una secuencia de movimientos hasta que se interioriza y termina realizándose sin control consciente sobre la misma. De hecho, si preguntásemos a alguien que acaba de realizar una acción de ese tipo, probablemente no sabría decirnos qué pasos ha llevado a cabo.
Sin embargo, el proceso inicial de aprendizaje de los componentes de la secuencia exige atención, esfuerzo y motivación. En esta fase, la labor del maestro es clave: debe ser lo suficientemente perceptivo para adaptar la enseñanza a las necesidades individuales del aprendiz y evitar que este se frustre en exceso y abandone el proceso antes de alcanzar la automatización.
Por ejemplo, si el maestro emplea un método rígido y repetitivo -como se muestra en el vídeo- que no se ajusta al ritmo o estilo del niño, este terminará con probabilidad tirando la toalla.
Algunos cambios sencillos pero eficaces
Introducir algunos cambios sencillos, como reducir el nivel de dificultad al principio, pueden facilitar el proceso en gran medida.
Retomemos el ejemplo del vídeo. Dadas las características del calzado, el aprendizaje podría ser más eficaz si el niño realizase la operación colocando el zapato en un lugar más accesible (no en el pie), o si comenzase ensayando los movimentos con cordones más largos y gruesos y, por tanto, más fáciles de manipular. En el caso de niños con dificultades particulares, se pueden emplear algunos facilitadores -por ejemplo, atar el cordón a una caja de cartón- hasta que adquieran destreza suficiente para ensayar con el zapato real.
También podemos optar por modificar el método de enseñanza. Con algunos niños, las instrucciones verbales resultan poco efectivas para adquirir aprendizajes procedimentales, en los que «se aprende haciendo». En tales casos, observar cómo ejecuta el maestro cada paso e imitarlo a continuación puede ser mucho más práctico.
Dada nuestra marcada naturaleza social, el aprendizaje en grupo, donde los niños se exponen al mismo proceso, observan las estrategias de sus compañeros y compartan «trucos» que les facilitan las cosas, proporciona buenos resultados.
En resumen: las propuestas son muchas, pero lo que verdaderamente importa es que el maestro comprenda la relevancia de adaptar su metodología, durante la fase inicial, a las características del aprendiz. Esto le permitirá evitar niveles excesivos de frustración sin eliminar un componente que, en dosis moderadas, es parte inherente y necesaria de todo proceso de aprendizaje.
Como concluye nuestro vídeo de hoy: «Para que exista aprendizaje significativo debe haber un buen andamiaje entre maestro y aprendiz»