Cuando aprender a leer es un castigo
De niña me encantaba leer. Gracias a la lectura pasaba de puntillas por un mundo en el que las cosas, a veces, se ponían feas, y me trasmutaba sin esfuerzo en los personajes que poblaban las páginas en las que hundía la nariz durante horas. Con la lectura canalizaba a través de otros el miedo, el dolor, la incertidumbre o la angustia con la
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