Aunque destinadas inicialmente al taller de familias organizado por BlaBla para mejorar el rendimiento del niño con TDAH, las pautas que enumero a continuación son útiles para todos los niños, tengan o no trastorno por déficit de atención.
Decálogo de pautas, basadas en evidencias científicas y en el funcionamiento del cerebro, que pueden mejorar hasta un 20% el rendimiento académico de cualquier niño:
1. Permitir el movimiento controlado
Esta recomendación puede parecer obvia, pero no siempre la respetamos: de una u otra forma tratamos de que nuestros hijos estén quietos. El niño necesita moverse. Esto no significa que tenga que saltar en el sofá mientras estudia. Puede ser un ligero movimiento de pies mientras está sentado, la manipulación de una bola anti-estrés o disponer, por ejemplo, de un cojín vibrador.
Todos -tengamos o no TDAH- nos movemos cuando notamos que nos estamos aletargando. El movimiento es el mejor mecanismo para reactivar la atención. Esto es lo que hacen los chavales con TDAH de forma inconsciente cuando empieza a descender su nivel de alerta.
2. Actividad aeróbica previa al trabajo cognitivo
Lo ideal sería ir caminando al colegio de forma que, en el momento de entrar en clase, el estado de atención haya alcanzado el nivel óptimo. Esta recomendación resulta especialmente eficaz con el subtipo de niños de tempo lento cuyo cerebro permanece «adormilado» cuando se levantan y es probable que no llegue a estar plenamente activo hasta el mediodía.
3. Música sin letra durante el tiempo de estudio
Por lo general, los padres aconsejamos lo contrario a nuestros hijos («Quítate la música porque te desconcentra»). Lo cierto es que el niño con TDAH experimenta lo que se conoce como «ruido neuronal» (sensación de ruido en el interior de la cabeza). Además de reducir ese ruido interno, la música también evita la interferencia de los sonidos ambientales.
4. Olor ambiental
Se ha demostrado que el olor ambiental -algo a lo que no damos importancia- y, en particular, el olor a cítricos y otros frutos naturales, mejora la atención. Influye aquí nuestra memoria ancestral: los olores que rememoran la naturaleza generan calma en todos nosotros y activan nuestro sistema atencional.
Lo mismo ocurre con los colores. Pintar la pared de la habitación de estudio de nuestros hijos de color azul cielo parece influir positivamente sobre su capacidad de atención.
5. Priorizar las pistas visuales frente a las verbales.
Es difícil que una pista verbal no transmita en algún momento emociones negativas. Si me veo obligada a repetir la misma consigna a mi hijo porque no me presta atención o ha habido interferencias, cabe esperar que a la cuarta repetición no pueda ocultar mi enfado. A todos se nos escapa un grito de vez en cuando, pero está bien que seamos conscientes de ello: mejor tener las normas claras (escritas o con dibujos, dependiendo de la edad del niño) en un lugar bien visible para poder señalarlas. Evitamos así cualquier tipo de connotación negativa.
6. Generar situaciones interesantes y motivadoras
Esta pauta es muy importante de cara al aprendizaje. Cualquier situación repetitiva provoca la rápida pérdida de atención, seamos niños o adultos. Si tenemos en cuenta, además, que el niño con TDAH necesita elevadas dosis de estimulación, cualquier forma de aprendizaje monótona o tediosa hará que desconecte de lo que se le trata de enseñar.
Debemos ofrecer situaciones motivadoras y orientadas a los intereses de los niños; priorizar el «hacer» sobre el «escuchar». El ser humano es un ser motor: aprende haciendo. Y esto es particularmente evidente en el niño con TDAH con el que no funciona el «ya te lo he dicho veinte veces». El método más eficaz es incitarlo a la acción, porque será el acto de hacer lo que le facilitará el aprendizaje.
7. Favorecer el trabajo en grupo
Además de seres racionales, emocionales y motores, somos seres sociales: nuestro cerebro está preparado para trabajar y aprender en equipo, para debatir con los otros y para intercambiar ideas. Nuestra actual forma de concebir la vida -primando la individualidad en el colegio y en el trabajo- colisiona, a juicio de muchos entre los que me encuentro, con el diseño de nuestro cerebro. Tengo que destacar la importancia del trabajo cooperativo en el colegio y también en casa, con padres y hermanos.
8. Estimular el pensamiento crítico
Cuanto antes mejor. No hace falta llegar a la adolescencia para que el niño aprenda a tomar decisiones.
9. Supervisar el uso de las pantallas en general
Sobre todo, a partir de las ocho de la tarde. No se trata de retirar las pantallas por completo, sino de controlar su uso. El empleo excesivo de pantallas impide el correcto desarrollo de las funciones ejecutivas pero, si además el niño tiene TDAH, se suma el riesgo de adición.
Las pantallas aumentan el nivel de activación de la corteza cerebral. Su luz, a escasa distancia de los ojos, estimula al cerebro haciéndole creer que es de día. Esto provoca nerviosismo en el niño y dificulta la conciliación del sueño.
10. Cuidar la higiene del sueño y la alimentación
Los niños con TDAH necesitan dormir bien, ya que de lo contrario se disparan los síntomas, y también una buena alimentación. Sabemos que les encanta el dulce, por lo que debemos evitar una ingesta excesiva y fomentar el consumo de una dieta equilibrada.
Como podéis ver, se trata de un decálogo sencillo que proporciona excelentes resultados, por lo que os animo a incorporarlo a vuestras rutinas diarias.
Icíar Casado (Psicóloga)