La disfonía o afonía, como decimos en el lenguaje cotidiano, es una alteración de la voz que se produce cuando las cuerdas vocales están irritadas, inflamadas o no están haciendo bien su función.
¿Cómo podemos evitar la disfonía? A continuación os aporto algunas recomendaciones básicas:
- Evita todos los tóxicos que sea posible: tabaco, alcohol, entornos contaminados… Cualquier cosa que pueda irritar las cuerdas vocales te predispondrá a padecer disfonía.
- Si eres un profesional de la voz o la voz es tu principal herramienta de trabajo es importante que bebas agua a menudo, con frecuencia y a pequeños sorbos, para que las cuerdas vocales estén siempre hidratadas.
- Si eres docente, es buena idea utilizar herramientas que complementen tu voz. Si tenemos un grupo ruidoso de 20 a 30 niños y queremos llamar su atención puede ser eficaz recurrir a «un silencio profundo», un clic con los dedos o, si el bullicio es exagerado, el sonido de un silbato. De esta forma, concitarás su atención evitando esfuerzos que terminarán por lesionar tus cuerdas vocales.
- El micrófono es otro eficaz recurso. Cuando el público al que nos dirigimos es muy amplio y nuestra voz no puede llegar a todos los rincones, sobre todo si no tenemos una buena técnica vocal, una ayuda técnica como el micrófono es una gran opción.
- Por último -y lo más aconsejable- es acudir a los especialistas: en primer lugar a un otorrinolaringólogo que examine nuestras cuerdas vocales para identificar la causa de su mal funcionamiento y descarte la presencia de nódulos u otra lesión. En segundo lugar, acudir a un logopeda que nos enseñe a mantener una buena postura corporal y a proyectar bien la voz.
Aunque cada uno de nosotros tengamos una morfología y unas necesidades determinadas, siempre es posible aprender a sacar el máximo partido de nuestra voz para no dañar nuestras cuerdas vocales.
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