Un buen número de madres y padres se autodiagnostican cuando les comunicamos el diagnóstico de su hijo o hija con TDAH, lo que no es sorprendente dada la elevada carga genética de este trastorno.
Cuando los padres me plantean la posibilidad de que ellos mismos tengan TDAH, mi recomendación es que confirmen ese diagnóstico, por dos razones:
1️⃣ Esto les permitirá entender por qué les ocurre lo que les ocurre y, en particular, adquirir estrategias que faciliten la resolución de los conflictos con los que probablemente se enfrentan en su vida cotidiana por esa condición.
2️⃣ Proporcionarán una ayuda mucho más eficaz a su hijo o hija, ya que una parte importante de la intervención se centra en la familia.
El niño con TDAH presenta inmadurez en su corteza prefrontal, lo que afecta a funciones ejecutivas como la planificación, el control de los impulsos, la atención sostenida o la toma de decisiones. ¿Cómo compensamos esa inmadurez? Entrenando a los padres para que puedan facilitar los aprendizajes que esos déficits entorpecen. Sería deseable, por tanto, que los adultos que trabajan con el niño cuenten con un buen control del impulso y de la gestión de las emociones, por ejemplo.
El caso es que, en ocasiones, el adulto que interviene con el niño también tiene un diagnóstico de TDAH y ha de hacer frente a sus propias dificultades.
Puede darse la situación de que estemos trabajando la perseverancia con el niño, cuando su padre o su madre tienen importantes dificultades para ser perseverantes a causa de su propio trastorno.
Es conveniente, por tanto, que el adulto disponga de un diagnóstico para poder trabajar esos síntomas. Con una ventaja añadida: si la crianza es compartida, ambos miembros de la pareja pueden distribuirse los roles en función de lo que mejor se le dé a cada uno.
Y, desde luego, recomendamos compartir ese diagnóstico con su hijo o hija, porque para ellos será un alivio. Tener TDAH es formar parte de una minoría y puede hacer que el niño no se identifique con sus iguales. Que pueda hacerlo con su madre o con su padre, sabiendo que estos comprenden perfectamente por lo que está pasando es una suerte.