La preferencia del ser humano por las formas redondeadas y suaves es innegable. Son muchos los estudios que documentan esta predilección (p.ej., Moshe Bar y Maital Neta (2006), «Humans Prefer Curved Visual Objects», Psychological Science), algo que también respaldan las imágenes de actividad eléctrica cerebral obtenidas mediante resonancia magnética funcional.
Todo parece deberse a una combinación de factores psicológicos, evolutivos y neurológicos. Algunos estudiosos alegan que nuestro cerebro procesa con mayor fluidez las formas redondeadas porque, al carecer de interrupciones inesperadas, transmiten sensación de armonía; o que asociamos las aristas con los dientes de los depredadores o el filo de los cuchillos, mientras las formas onduladas evocan elementos acogedores como el vientre materno o la fruta madura, por ejemplo. Por no hablar de la agradable sensación táctil que proporciona el acariciar una superficie sin aristas.
La curvatura es bella, algo que cualquier diseñador -no importa si diseña productos tecnológicos, infantiles, mobiliario o vehículos-, tiene muy presente en sus campañas de marketing. La ausencia de ángulos y aristas aporta cercanía, seguridad y confort.
Esa misma cualidad es perceptible en la forma en cómo nos expresamos. De hecho, un tono de voz suave y agradable activa las mismas zonas del cerebro, generando sensación de calidez, empatía y confianza, en tanto que un tono de voz seco, afilado y duro provoca en el otro tensión y rechazo.
Como se suele decir, una imagen vale más que mil palabras. Así que hemos pedido a nuestro estupendo diseñador gráfico, Pablo Matera, una viñeta que refleje la importancia de cuidar las formas, como elemento básico de una buena educación y, de paso, hacer de nuestro mundo un lugar más amable.