La disfonía es una alternación que afecta a cualquiera de las cualidades de la voz – duración, intensidad, timbre o tono- impidiendo que produzcamos el sonido correctamente. A diferencia de la afonía, en la que la pérdida de voz es absoluta, la disfonía permite la comunicación pero, con frecuencia, resulta muy molesta para quien la padece y dificulta notablemente su comunicación con los demás.
Dependiendo de su etiología, diferenciamos entre las disfonías siguientes:
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Disfonías orgánicas: la alteración tiene su origen una lesión anatómica de los órganos de fonación. Los tumores benignos (nódulos, pólipos, quistes), tumores malignos, enfermedades endrocrinológicas, autoinmunes o del aparato respiratorio son algunas de las causas de la disfonía orgánica.
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Disfonías funcionales: se deben a un funcionamiento inadecuado del mecanismo fonatorio sin que haya una afectación de la anatomía laríngea que la explique. Su causa es una inadecuada utilización o un abuso de los recursos de emisión de voz.
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Disfonías psicógenas: tienen su origen en un trastorno psicológico o emocional (situaciones de estrés o ansiedad) que afecta a la fonación sin que se observen razones estructurales que justifiquen la alteración.
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Disfonías traumáticas: disfonías causadas por un traumatismo externo (accidente, objeto punzante) o interno (intubación, cirugía).
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Disfonías audiógenas: alteración de la voz debida a un déficit auditivo.