La disfonía es la pérdida del timbre normal de la voz provocado por causas funcionales (entornos fríos y secos, contaminación, exceso de polvo o de irritantes químicos, aires acondicionados, cambios de temperatura bruscos…) u orgánicas (nódulos, incorrecta utilización de la voz por abuso vocal, gritos, consumo de sustancias tóxicas, descoordinación respiratoria…). Mujeres y niños son los grupos poblacionales con mayor riesgo de sufrir disfonía, las primeras porque su laringe es más pequeña que la de los hombres y los segundo porque es más delicada.
Evitar determinados comportamientos reduce el riesgo de padecer disfonía:
- No dejes que el carraspeo se convierta en un hábito: si sentimos molestias en la garganta podemos sustituir el carraspeo por una tos seca, un bostezo destinado a relajar las estructuras vocales o beber un poco de agua para hidratar la garganta (esto último siempre es recomendable).
- Contener la respiración mientras piensas lo que vas a decir y, a continuación, hablar rápidamente, provoca lo que se conoce como «ataque vocal duro»: la sensación de «golpear» las cuerdas vocales al iniciar la fonación.
- Trata de no hablar con poco aire o alargar las frases agotando todo el aire disponible. Es preferible que realices pausas periódicas para volver a inspirar.
- No rellenes los silencios con muletillas del tipo «ehm…», «esto…» o similares ya que afectan a la coordinación fonorrespiratoria.
- Intenta mantener un volumen de voz adecuado: ni demasiado alto ni demasiado bajo.
- Utiliza un tono de voz variado (modificando la entonación y la musicalidad) y trata de mantener una adecuada fluidez del habla o un ritmo continuo, sin acelerones ni inicios bruscos.
Pautas de prevención vocal
- Evita posturas incorrectas o forzadas de cabeza, cuello y hombros (estos deben estar rectos, no inclinados hacia delante).
- Evita cruzar las piernas (altera la posición del diafragma).
- No aprietes los dientes ni la mandíbula (genera tensión y sobreesfuerzo en estas estructuras).
- Evita la ingesta de bebidas y comidas excesivamente frías o calientes. Tampoco son recomendables las bebidas gaseosas (irritan la mucosa de la faringe).
- Evita el consumo de alcohol y tabaco (extremadamente tóxicos para la garganta).
- ¡Bebe mucha agua! Favorece la hidratación de la garganta.
- ¡No tomes caramelos de mentol y eucalipto! Irritan la garganta. Es preferible que los sustituyas por caramelos de miel y limón.
- Realiza gárgaras varias veces al día.
- Haz descansos vocales (evita hablar por completo durante algún tiempo).
Y, por supuesto, no olvides visitar a tu foniatra o a tu logopeda si experimentas ronqueras o disfonías frecuentes o prolongadas. Lo que comienza siendo una molestia puntual, se convierte a menudo en repetitiva y, finalmente, en una patología crónica mucho más difícil de corregir.
Marta Sánchez (Logopeda)