Sí. No es infrecuente que se presenten problemas de fluidez en las primeras etapas del desarrollo del niño -entre los 2 y medio y los cinco años-. Esta disfemia evolutiva suele remitir en pocos meses sin intervención alguna.
Sin embargo, no es conveniente confiar en que desaparezcan por sí solas ya que una detección tardía agravaría el problema y dificultaría su tratamiento. Es preferible consultar con un profesional y que sea éste quien determine si existe riesgo de que el trastorno pueda continuar o agravarse y, en cualquier caso, que preste asesoramiento básico a la familia ya que es fundamental que ésta mantenga una actitud adecuada que favorezcan el habla fluida del niño.
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