Saber más sobre terapia ocupacional
El enfoque biopsicosocial de la salud, las mayores expectativas de vida y las nuevas políticas públicas en materia de dependencia, inclusión y accesibilidad, han hecho que los terapeutas ocupacionales ganen protagonismo en los últimos años y crezca su implicación en los equipos multidisciplinares de hospitales y centros sanitarios. Tanto si se trata de ayudar al niño a interactuar con mayor seguridad con el mundo que le rodea o de fomentar la autonomía del adulto mayor, el terapeuta utiliza las actividades cotidianas como herramientas para mejorar la independencia, autonomía y calidad de vida de las personas.
El proceso comienza con una evaluación detallada que incluye entrevistas, observación clínica y pruebas estandarizadas, además de un análisis exhaustivo de los entornos en los que la persona se desenvuelve. A partir de aquí, el terapeuta establece objetivos concretos y diseña un plan de acción para abordar las necesidades individuales a través de la ocupación (es decir, actividades significativas para la persona). Por consiguiente, no solo trabaja con la persona; también lo hace con su entorno: adapta espacios, sugiere dispositivos de apoyo y asesora a familiares y cuidadores para facilitar la autonomía personal.
En adultos mayores, los retos asociados al envejecimiento pueden dificultar las tareas cotidianas. Vestirse, cocinar, desplazarse o participar en actividades sociales y recreativas son aspectos de la vida de la persona a los que esta disciplina presta especial atención como elemento básico del bienestar físico y emocional.
En lo que respecta a la población infantil, el terapeuta ocupacional no solo ayuda a los niños a alcanzar hitos del desarrollo; también interviene en caso de dificultades motoras, cognitivas o sociales, ya sea enseñando habilidades básicas como vestirse y alimentarse o trabajando dinámicas tan complejas como la interacción social.
El terapeuta ocupacional puede, por ejemplo, proponer ajustes en el entorno escolar o introducir actividades que permitan a un niño con trastorno del espectro autista (TEA) mejorar sus habilidades sociales. En caso de riesgo neurológico, estas intervenciones son básicas para prevenir problemas de desarrollo.
Entre las señales que indican la conveniencia de esta intervención podemos destacar:
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En niños: retrasos en el desarrollo, dificultades motoras, problemas sensoriales o de riesgo ambiental.
En adultos: pérdida de autonomía, problemas derivados del envejecimiento o enfermedades que afectan a la funcionalidad diaria.
En colaboración con familias y cuidadores y utilizando los recursos aportados por la Administración, el terapeuta ocupacional ayuda a construir un entorno adaptado a las necesidades de la persona con dificultades y, por consiguiente, a hacerle la vida un poquito más fácil.