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Los problemas de conducta como cajón de sastre: aportación de la terapia ocupacional

La etiqueta de «problemas de conducta» asignada con cierta frecuencia a algunos niños y niñas puede ocultar, en realidad, un desajuste entre su perfil sensorial, el contexto y el tipo de actividad que estamos demandando.

Conocer cómo procesa el niño o la niña las diferentes entradas sensoriales, así como sus mecanismos de autorregulación, nos ofrece valiosa información sobre su comportamiento.

A partir de esos datos, podremos planificar y llevar a cabo una intervención adaptada minuciosamente a sus necesidades y con ello, propiciar con eficacia una conducta más funcional.

La terapia ocupacional ha venido labrándose en los últimos años un lugar propio a medida que crece y cala el conocimiento de las distintas modalidades de procesamiento sensorial y, con ello, la sensibilización general sobre determinados trastornos del neurodesarrollo caracterizados, entre otras cosas, por un perfil sensorial diferente.

Grosso modo, entendemos por «perfil sensorial» la forma en cómo el cerebro procesa los estímulos sensoriales y el umbral de estimulación requerido para generar una respuesta. En algunas personas, este umbral es muy alto. En ese caso, necesitarán estímulos muy intensos para reaccionar. Otras, en cambio, presentan un umbral bajo, por lo que el mínimo estímulo provocará una respuesta.

Las conductas típicas de hiperaudición o hipersensibilidad al tacto que observamos en algunos niños con autismo serían un claro ejemplo de umbral estimular bajo.

La familiarización con el perfil estimular de la persona y con sus mecanismos de autorregulación (qué hace para evitar o, por el contrario, buscar estímulos en función de su percepción sensorial) nos permitirán comprender sus comportamientos y reacciones.

¿Qué aporta la terapia ocupacional en este terreno?

Entre otras muchas funciones, el terapeuta ocupacional se encarga de analizar el perfil sensorial.

Los resultados obtenidos permiten diseñar un plan de intervención más preciso.

Por consiguiente, si el niño manifiesta hiporreactividad a estímulos táctiles, por ejemplo, la terapia buscará estimular esta vía mediante técnicas específicas o, si las circunstancias lo requieren, aportando las ayudas técnicas adecuadas. Del mismo modo, si existe una dificultad en la integración de la información vestibular o una hipersensibilidad auditiva, la intervención se focalizará, en particular, en esos aspectos del perfil sensorial.

Muchos supuestos problemas de conducta relevan, tras la previa exploración del perfil sensorial, que no son tales. Y descubrirlo es uno de los cometidos del terapeuta ocupacional experimentado.

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