Que los niños pidan las cosas gritando puede ser algo habitual, pero no es una conducta aceptable, sobre todo si se produce en el curso de una conversación normal. Este comportamiento puede deberse a un historial de aprendizaje, en particular, si hay otros hermanos pequeños en casa con los que compartir la atención de los padres: el niño ha aprendido que gritando consigue las cosas. Otra causa puede ser un sistema regulatorio todavía inmaduro. Sea cual sea el motivo, nuestra respuesta debe seguir siempre el mismo patrón: no reaccionar ante ese tipo de comportamiento porque estaríamos reforzándolo.
Pero entonces, ¿qué hacemos?
Lo más importante es aportar un modelo adecuado que facilite la comunicación. El adulto puede agacharse y colocarse a la altura del niño o la niña, con el fin de hacer un buen contacto visual que facilite el canal comunicativo. A continuación, pediremos al niño, en un tono más abajo -adecuado a la situación- que nos repita lo que ha dicho o que vuelva a formular la pregunta que nos ha planteado.
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