Aún a riesgo de incurrir en estereotipos de género, suele decirse que los hombres tienen dificultad para hacer dos cosas a la vez, mientras que las mujeres estamos preparadísimas para la multitarea.
En principio no parece haber características biológicas que benefician a la mujer en este sentido y nuestra facilidad multitasking sería, en realidad, resultado de la automatización, flexibilización, experiencia, interés y motivación que exige el complejo papel de madre y cuidadora -cometido que, por lo general, recae en las féminas-.
Sin embargo, sabemos que tanto ellas como ellos pueden cocinar un menú de tres estrellas mientras imparten órdenes a un equipo de cocineros, o caminar (tarea motora) mientras buscan una dirección (tarea cognitiva). Llamamos «ejecución dual» a esta capacidad de realizar dos tareas simultáneas de distinto dominio. Aún así, parte de la población presenta dificultades para ello. Mi hijo, sin ir más lejos, puede tardar una hora en pelar un plátano cuando me cuenta emocionado el último film anime que ha visto.
La ciencia nos dice, sin embargo, que si ambas tareas comparten ruta de procesamiento neural, una de ellas interferirá sobre la otra (salvo que haya sido automatizada y podemos considerarla un procedimiento) afectando a la precisión y tiempo de ejecución. Tampoco es posible realizar tareas simultáneas si recaen en el mismo dominio cognitivo y compiten por los mismos recursos ejecutivos limitados. Lo que hacemos es alternar la atención (a gran velocidad) entre ambos estímulos.
No podemos, por ejemplo, leer una novela y escuchar un chiste al mismo tiempo. Tendremos que dejar la novela, dirigir la atención hacia nuestro interlocutor y, tras unas risas, devolver la atención al libro. Aquí entra en juego otra función (branching) que nos permite reanudar la actividad donde la habíamos dejado sin necesidad de volver al inicio.
Cuando mecanografiamos un memorando, escuchamos un mensaje de wasap, contestamos una llamada manos libres, leemos un Post-it y, además, le decimos a nuestro hijo que deje la tablet, alternamos nuestra atención entre tareas inconexas activando la maquinaria cognitiva una y otra vez. Estas operaciones, además de desperdiciar tiempo en cada proceso de enganche-desenganche y redirección de la atención, provocan fatiga cognitiva y el procesamiento superficial de la información. El resultado: un descenso de nuestra eficacia general.
La multitarea nos da, con frecuencia, la sensación de eficiencia. Sin embargo, la evidencia científica indica lo contrario.