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¿Mejor buscador o evitador? Modelo de Dunn

Para comprender cómo niños y adultos perciben, procesan y responden a la información sensorial procedente del entorno, los terapeutas emplean modelos de procesamiento sensorial. El más utilizado es, probablemente, el desarrollado en 1997 por la investigadora Winnie Dunn.

El perfil sensorial de un individuo estaría determinado, según este modelo, por la interacción de dos factores:

1️⃣ El umbral de procesamiento neurológico. Este concepto hace referencia al nivel de estimulación requerido para activar la respuesta del sistema nervioso.

Consideremos un continuo entre habituación y sensibilización:

  • Si no pudiésemos habituarnos a determinados estímulos, viviríamos en un estado de constante distracción.
  • Si, por el contrario, no percibiéramos variaciones en el entorno, no podríamos enfocar la atención en los estímulos relevantes.

Los niños con un umbral de procesamiento alto necesitan estímulos intensos para generar una respuesta. Dado que no perciben los cambios sutiles en el entorno, es fácil que se produzca habituación. Los niños con un umbral de procesamiento bajo incurren en lo contrario: cualquier estímulo, relevante o irrelevante, genera una respuesta por su parte, por lo que mostrarán tendencia a la sensibilización.

2️⃣ Los mecanismos de autorregulación, es decir, la forma en cómo la persona gestiona la información sensorial que recibe.

Dunn diferencia dos estilos:

  • Activo: la persona regula activamente su exposición sensorial en función de sus necesidades, buscando o evitando estímulos.
  • Pasivo: la persona no busca modificar el entorno ni controlar su exposición sensorial, sino que experimenta los estímulos tal como se presentan.

Cuando mi hijo Nico se dirige a su habitación, nunca lo hace caminando sin más. Suele toquetear la pared, dar saltos y pataditas a todo lo que se mueve y canturrear. Este comportamiento sugiere un umbral de procesamiento alto y una búsqueda de estimulación para compensarlo. Encajaría, por tanto, en la categoría de «buscador activo».

Otros niños (sensitivos) presentan un umbral neurológico bajo y autorregulación pasiva. No llevan a cabo conductas destinadas a modificar la entrada sensorial, por lo que en ocasiones se sentirán abrumados.

Un tercer grupo (espectadores) se caracteriza por un umbral neurológico alto y autorregulación pasiva. Estos niños ignorarán señales que los demás advierten.

¿Mejor evitador o buscador?

Categorizar estos patrones en términos de bueno o malo carece de sentido. Una misma persona puede ser buscadora en determinadas modalidades sensoriales y evitadora en otras. Y cualquier estilo puede ser beneficioso en función del contexto (por ejemplo, una persona con tendencia sensitiva puede percibir detalles y mínimas variaciones en el entorno que favorecen su desempeño profesional; pensemos, por ejemplo, en los controladores de tráfico aéreo).

Nadie es evitador o buscador en todas las circunstancias.

¿Qué nos aporta el modelo de Winnie Dunn?

Comprender estos patrones nos proporciona una estupenda radiografía de cómo los estímulos sensoriales influyen en el comportamiento del niño. Con esa información, podremos introducir ajustes en el entorno para adaptarlo a sus necesidades concretas, aplicar estrategias que mitiguen dificultades y potenciar su desarrollo en un ambiente más participativo.

 

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