La pediculosis o infestación de piojos es habitual en niños de edad escolar y motivo de preocupación para los padres. Aunque no transmiten enfermedades, son molestos y puede ser engorroso deshacerse de ellos.
A pesar de las muchas especies existentes, solo tres tipos de piojos pueden infestar al ser humano: el pediculus corporis o piojo del cuerpo, el pediculus pubis o ladilla, y el pediculus capitis o piojo de la cabeza que tantas molestias causa a las familias, en particular, con la llegada del buen tiempo, y al que dedicaremos esta entrada.
¿Qué son los piojos y cómo se transmiten?
Son insectos parasitarios que habitan en la cabeza de las personas y se alimentan de la sangre que extraen al picar. Los adultos miden entre 2 y 3 milímetros. Las hembras ponen de 6 a 10 huevos al día, denominados liendres, que se adhieren al cabello con una sustancia que no se disuelve con agua ni con nuestro champú habitual. Entre los 8 y 10 días los huevos eclosionan y nacen las ninfas o larvas, que se desplazan hasta el cuero cabelludo. Al cabo de dos semanas, la ninfa se ha transformado en un adulto capaz de reproducirse de nuevo.
Los piojos se han dado en todas las épocas y culturas y se consideran una de las patologías infecto-contagiosas de mayor prevalencia en todo el mundo. Aunque presentes en las aulas durante todo el año, se observa una mayor proliferación en los meses de primavera y verano por el aumento de las temperaturas. Afectan por igual a ambos sexos, si bien son más frecuentes en las niñas por su tendencia a llevar melena larga y a la proximidad. Cada especie de piojos es específica de su huésped, lo que significa que el portador, en caso de contagio, debe ser otra persona: el trichodects canis, piojo del perro, no podría sobrevivir en nuestra cabeza.
No vuelan ni saltan, pero se desplazan con gran rapidez; basta el contacto directo para que se produzca la infestación. El contagio por compartir objetos que han estado en contacto con el cabello (peines, gorros, sábanas…), aunque posible, es menos habitual.
El pediculus capitis habita en la cabeza (también se ha encontrado en cejas y barbas, aunque en mucha menor medida) y, en particular, en las zonas más calientes: nuca, coronilla y detrás de las orejas; fuera de esta no sobrevivirían más que un par de días.
¿Cómo sé si mi hijo tiene piojos?
Hay un gesto de nuestro hijo que hace saltar todas las alarmas: que se rasque la cabeza. El prurito provocado por la saliva irritante del parásito es un síntoma característico, por lo tanto, si le vemos hacerlo o se queja de picor en la cabeza, debemos revisársela a conciencia. Es difícil detectar visualmente los piojos porque huyen de la luz y se mueven con rapidez por el pelo seco —si lo humedecemos será más fácil distinguirlos—; por regla general, es la presencia de liendres lo que confirma la infestación. Estos diminutos huevos, en forma de lágrima, se adhieren fuertemente al tallo del cabello en las proximidades del cuero cabelludo. Son fácilmente confundibles con la caspa y la forma más sencilla de diferenciarlas es fijarnos en su grado de adherencia: si se desprenden con facilidad, es caspa; si cuesta retirarlas, son liendres. Podemos encontrar excoriaciones y pequeñas heridas causadas por el propio niño al rascarse o, si es especialmente sensible, una erupción alérgica en forma de sarpullido. Para minimizar esto es conveniente que lleve las uñas cortas y limadas.
¡Horror! Mi hijo tiene piojos, ¿cómo los elimino?
Disponemos de dos procedimientos para tratar la infestación, que se pueden llevar a cabo por separado o de manera conjunta:
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Productos farmacéuticos
En el mercado encontramos pediculidas de dos tipos: los que emplean pesticidas, como la piretrina o la permitrina, y los que eliminan los piojos por asfixia, como la dimeticona o la ciclometicona. Debido a la ausencia de toxicidad, estos últimos pueden ser utilizados por personas sensibles a la permetrina y por embarazadas y mujeres lactantes. Además, dado que se trata de una silicona que causa la muerte del parásito por deshidratación, no genera cepas resistentes, lo que hace que su uso esté cada vez más extendido.
Aunque disponibles en múltiples formatos, el más utilizado es la combinación de champú y loción. Por lo general, el producto se aplica sobre el cabello, siguiendo las instrucciones del fabricante, y se deja actuar entre 10 y 15 minutos, tras los cual se aclara el pelo. A continuación peinamos con la lendrera (peine de púas muy juntas), desplazándola cuidadosamente desde la raíz a las puntas. Si el tratamiento ha sido eficaz, los parásitos atrapados se moverán poco o nada en absoluto. No siempre es posible extraer todas las liendres con este procedimiento, por lo que concluiremos la operación localizándolas visualmente y retirándolas con los dedos o con unas pinzas. El tratamiento se repite al cabo de diez días para evitar la reinfestacación por las ninfas nacidas de aquellos huevos que se nos han pasado por alto. Las liendres vivas mostrarán un tono amarillento o marrón mientras que el color de los huevos vacíos es blanco.
Con independencia del producto elegido, hemos de leer con atención las instrucciones para informarnos de la edad mínima, frecuencia y método de aplicación, ya que el uso indiscriminado, incompleto o recurrente de productos antiparasitarios termina desarrollando resistencias que los inutilizan por completo. El niño sin parásitos no debe tratarse profilácticamente.
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Retirada mecánica y manual
Consistente en peinar el pelo con la lendrera y extraer manualmente las liendres. Se trata de un método inocuo, pero largo y tedioso, por lo que es más eficaz si la infestación es pequeña y localizada.
- Métodos tradicionales
En muchos hogares se utilizan «remedios de toda la vida» como el aceite, la vaselina, la mahonesa o el vinagre; sin embargo, no se ha demostrado la eficacia de estos métodos. El empleo de la vaselina, por ejemplo, con el propósito de asfixiar al parásito o acabar con las liendres requeriría tiempos de aplicación tan prolongados que lo hace inviable.
¿Qué puedo hacer para evitar el contagio?
No hay un método eficaz para evitar la pediculosis, aunque llevar el pelo corto o recogido disminuye la probabilidad de infestación. Tampoco influye la limpieza del cabello; al contrario de lo que se piensa, los piojos no tienen especial preferencia por el pelo sucio (de hecho, prefieren el pelo limpio y liso), por lo que el contagio nada tiene que ver con la falta de higiene personal.
Los productos farmacéuticos para eliminar los piojos no sirven para prevenirlos y se desaconseja su uso si no hay infestación manifiesta.
Los niños no deben perder clase por culpa de los piojos. La mejor prevención es la inspección periódica de la cabeza, en particular, en las épocas de mayor riesgo, si observamos que nuestro hijo se rasca o tenemos noticias de que alguien de su entorno cercano los padece. Una rápida intervención —estando atentos, también, del resto de los miembros de la familia—, es la mejor garantía para frenar el contagio. Y, sobre todo, no olvidemos cargarnos de paciencia: eliminar los piojos es un proceso arduo y tedioso pero, por suerte, no entraña mayores riesgos.
Uxue Montero