La teoría de la mente constituye la base de la interacción social. El niño o niña con dificultades en el desarrollo de la teoría de la mente se encontrará con problemas para entender las reacciones de sus iguales y, probablemente, de los adultos, y también verá comprometidas sus habilidades y competencias sociales.
Un par de ejemplos
Cuando los adultos nos relacionamos con los niños somos capaces de ponernos en su piel y entender que, debido a la etapa del desarrollo madurativo en la que se encuentran, necesitan que adaptemos nuestro lenguaje, entre otras cosas, para favorecer la comprensión y el intercambio comunicativo.
Esto también ocurre entre los adultos. Cuando acudimos al médico, este entiende que la persona a la que está atendiendo no tiene sus mismos conocimientos profesionales, por lo que abandona la «jerga» médica que utiliza habitualmente con sus colegas y adapta su lenguaje de forma que sea comprensible para el paciente.
Este tipo de ajustes y adaptaciones en nuestro lenguaje y comportamiento que buscan favorecer el entendimiento del otro y la interacción social es posible porque hemos desarrollado lo que conocemos como teoría de la mente o capacidad para mentalizar.
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