El refuerzo positivo es una estrategia de modificación de conducta, basada en el aprendizaje asociativo, a través de la cual aumentamos la frecuencia de un determinado comportamiento. Para ello, asociamos una conducta con un estímulo positivo.
De esta forma, papás y mamás podemos interferir y hacer que determinados comportamientos de nuestros peques se repitan con mayor frecuencia,
Un ejemplo típico de refuerzo positivo son nuestros comentarios del tipo «¡Qué bien lo estás haciendo!» o «¡Qué orgullosa estoy de ti!» cuando nuestro hijo hace algo que queremos que repita.
Pero los reforzadores no tienen por qué ser verbales únicamente. Habrá algunos niños con los que estos no resulten tan eficaces, en cuyo caso tendremos que complementarlos con otros reforzadores como pequeños premios o momentos de juego.
Si realizamos bien esta estrategia y aplicamos esos reforzadores de forma contingente a la conducta que queremos reforzar veremos que, poco a poco, el niño o niña la irá interiorizando hasta tal punto que, al cabo de un tiempo, no necesitará el reforzador (en particular, si se trata de un juguete u otro objeto físico). Nuestro hijo se comportará tal como deseamos de forma prácticamente automática.
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