Las siglas TEL corresponden a «Trastorno Específico del Lenguaje». Como su nombre indica, se trata de una alteración en el área del lenguaje que no está justificada por otras causas como, por ejemplo, déficits cognitivos, auditivos u orgánicos (en la musculatura o en la morfología orofacial).
Esta es la razón por la que, ante un posible diagnóstico de TEL, debamos descartar cualquier otra causa que podría estar justificando esa alteración.
¿En qué se diferencia el TEL del retraso de lenguaje?
El TEL es un trastorno, es decir, es una alteración que persistirá durante toda la vida de la persona que lo padece aunque, con los años, puede experimentar mejoras en su lenguaje.
El retraso de lenguaje simple es la adquisición tardía, pero normotípica, del lenguaje oral expresivo y comprensivo.
El TEL afecta tanto a la parte expresiva como comprensiva del lenguaje, aunque el grado de afectación no suele ser igual en ambas partes.
¿Qué áreas del lenguaje pueden verse afectadas?
Todas ellas. La fonética -articulación y percepción de los sonidos-, la semántica, la morfosintaxis, la organización del discurso narrativo…
Por ello, antes de cualquier intervención, debemos hacer una buena radiografía de las áreas del lenguaje afectadas. No podemos trabajar únicamente una de las partes, porque es muy probable que el resto también esté afectado en mayor o menor medida.
Además, es posible que la dificultad del lenguaje condicione otros aspectos como puede ser la memoria de trabajo verbal.
La intervención sólo será verdaderamente eficaz si se trabajan simultáneamente todas las áreas afectadas.
Amplía este tema aquí: