Antes de entrar de lleno en el tema, quiero destacar que cada niño es diferente y que, aunque cualquier niño con TEA pueda encajar en estas tres grandes áreas de alteraciones –comunicación, relaciones sociales y rigidez–, tenemos que estudiar cada caso en particular teniendo en cuenta la edad, las características del niño y el entorno familiar. Sólo así haremos una intervención terapéutica eficaz. Dicho esto, voy a centrarme en las tres áreas afectadas en mayor o menor medida en estos niños.
Comunicación
Hablamos de niños con dificultades en la intencionalidad comunicativa. Pueden ser niños verbales o no verbales pero, en cualquier caso, suele costarles comunicarse con el otro. Tal vez no muestren interés por él o, por el contrario, sean niños hiperléxicos que hablen muchísimo sin comunicar nada. Puede tratarse de niños que todavía no han adquirido el lenguaje (o siquiera los prerrequisitos del lenguaje) o que no tienen interés por mostrar. No establecen contacto al hablar con el otro y pueden no comprender las órdenes verbales. En cualquier caso, casi siempre se observa una alteración de comprensión y expresión, ya sea por defecto o por exceso.
Relaciones sociales
Las personas con TEA suelen mostrar dificultades para establecer contacto con los otros, algo que se ve muy claro en los niños pequeños. Les cuesta permanecer al lado de otro niño e interaccionar con él, mantener una relación de «toma y daca» –lo que es en realidad la comunicación–. Suelen ser niños que prefieren jugar en soledad, por lo que será necesaria la intervención precoz para ayudarles a establecer una relación social con los iguales y el adulto.
Los padres suelen darse cuenta enseguida de que algo sucede con su hijo, porque la interacción no es la misma que mantenían con el hermanito o con el primo. La relación social está alterada desde el primer momento.
Rigidez
Son niños que muestran rigidez en numerosos aspectos. Puede tratarse de la alimentación, por ejemplo. No toleran determinadas texturas o solo quieren comer alimentos de un color concreto o son muy selectivos a la hora de incorporar alimentos nuevos. Esta rigidez también se observa en el juego. El niño muestra obsesión por jugar con el mismo objeto y siempre del mismo modo, lo que dificulta la incorporación de juegos o experiencias nuevas. También puede mostrar rigidez en los itinerarios, lo que obligará a los padres a ir al cole por la misma ruta cada día si quieren evitar una pataleta intensa. La rigidez puede manifestarse en cualquiera de las facetas de la vida diaria.
Además de estas tres grande áreas de afectación, el niño con TEA puede mostrar otras conductas que llaman la atención de los padres: hipersensibilidad hacia el sonido, estereotipias (es decir, movimientos repetitivos sin finalidad alguna) con las manos, los pies o la cara, falta de sensibilidad al dolor (niños que se apoyan sobre superficies calientes y parecen no notarlo).
La variabilidad de manifestaciones es notable, lo que –como decía al principio– exige un estudio pormenorizado de cada caso.
Signos de alerta
Destacaría cuatro signos de alerta esenciales que serían motivo de consulta especializada:
- Ausencia de los prerrequisitos del lenguaje.
- Dificultad para establecer contacto visual con el otro.
- Falta de intención comunicativa.
- Rigidez cognitiva y conductual.
La intervención precoz es muy importante en el trastorno del espectro autista, ya que cuanto antes empecemos, mejor será el diagnóstico. Y cuanto más intensiva sea la intervención mejor: la familia tiene que estar plenamente implicada y cada momento del día tiene que ser un momento de aprendizaje para el niño.
Amplía este tema aquí:
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