La lateralidad se define como el predominio funcional de un lado del cuerpo sobre el otro como consecuencia de la distribución de funciones entre los dos hemisferios cerebrales. O, dicho de otra forma, la preferencia que muestra la persona por utilizar una mitad lateral de su cuerpo (predominancia de la mano-pie-ojo-oído de un lado determinado) sobre la otra parte.
Nuestro cuerpo está dividido en dos mitades idénticas por una línea imaginaria que atraviesa verticalmente nuestro cuerpo desde la cabeza a los pies, denominada eje corporal longitudinal, que también divide nuestro cerebro en dos hemisferios. Aunque aparentemente similares, ambos hemisferios procesan la información de forma diferente y desempeñan funciones específicas que se complementan perfectamente haciendo posibles múltiples tareas motoras y cognitivas. El hemisferio izquierdo se asocia tradicionalmente con la percepción analítica y secuencial de la información y con el razonamiento lógico, matemático, verbal y descriptivo. El hemisferio derecho se relaciona con la percepción global de la información y con los procesos emocionales, asociativos, creativos, metafóricos e imaginativos. Aunque la lateralidad corporal viene definida por esta dominancia cerebral, no pueden descartarse la influencia del medio y del aprendizaje. Por esto motivo hablamos de dos tipos de lateralidad:
- Morfológica: expresada a través de los gestos involuntarios y espontáneos.
- Funcional: modificada a través del aprendizaje o por influencia del entorno.
Fases de desarrollo de la lateralidad
- Fase de indiferenciación (de 0 a 24 meses): los hemisferios celebrares no están diferenciados entre sí y el niño no distingue entre los dos lados de su cuerpo.
- Fase de alternancia (entre los 2 y los 4 años): el niño comienza a explorar el entorno que le rodea y utiliza indistintamente ambas manos.
- Fase de automatización (entre los 4 y los 7 años): el niño muestra su preferencia por un lado del cuerpo y comienza a automatizar sus movimientos. Hacia los ocho años el niño es consciente de los ejes corporales vertical (derecha e izquierda) y horizontal (arriba y abajo).
Tipos de lateralidad
- Lateralidad diestra: predominio del lado derecho sobre el izquierdo.
- Lateralidad zurda: predominio del lado izquierdo sobre el derecho.
- Ambidextrismo: inexistencia de una dominancia clara. La persona utiliza indistintamente ambas manos.
- Lateralidad cruzada: no existe un predominio lateral homogéneo. Son varias las combinaciones posibles si bien la más frecuente es la que se expresa con el predominio de la mano y pie derechos y el predominio del ojo izquierdo.
- Lateralidad mixta: preferencia por un lado del cuerpo u otro dependiendo de la actividad.
- Lateralidad contrariada: dominancia lateral modificada a través de aprendizajes adquiridos.
Si son dominantes el ojo, mano, pie y oído del mismo lado del cuerpo hablamos de “lateralidad homogénea” y, si no comparten la misma dominancia, nos referimos a “lateralidad cruzada”.
El niño, diestro o zurdo, que desarrolla correctamente su lateralidad no tiene por qué experimentar problemas de aprendizaje ya que integra eficazmente la información sensorial. No es infrecuente, sin embargo, encontrar niños que utilizan la mano derecha y en los que, sin embargo, dominan el pie, ojo y oído del lado izquierdo. Una lateralidad cruzada (mano-ojo, principalmente) puede ocasionar problemas tales como desorientación espacio-temporal, torpeza psicomotriz, dificultades de atención y memorización, inversiones o sustituciones de letras y cifras u otros errores de lectura y escritura que dificultarán notablemente el rendimiento escolar del niño.
Aunque la lateralidad cruzada y la lateralidad contrariada no son per se causa de trastornos del aprendizaje o del lenguaje, sí parecen ser un factor añadido de riesgo en trastornos como el como el TDAH o la dislexia dadas las dificultades de orientación espacio-temporal a las que puede enfrentarse el niño que la padece.