Habilidades sociales (HH.SS.)
Aunque no existe una definición única y universal de las habilidades sociales, a menudo nos referimos con esta designación a un conjunto de estrategias de comportamiento y de capacidades diversas para desenvolvernos con eficacia en situaciones sociales. Estas habilidades contribuyen a mantener el equilibrio entre lo que el individuo considera apropiado y el entorno social en el que se desenvuelve.
Las habilidades sociales nos permiten expresar nuestros sentimientos, deseos, opiniones y derechos de forma acorde y adecuada a las situaciones en las que nos encontramos y respetando a los demás. Estas habilidades son esenciales para mejorar nuestras interacciones sociales, promover nuestro bienestar y alcanzar nuestros objetivos. Son fundamentales en todo contexto social, ya sea familiar, con amigos, en el trabajo, con personas desconocidas o en relaciones de pareja, ya que nos permiten comunicarnos con eficacia y comprender a los demás. Son, por tanto, un aprendizaje esencial para la convivencia en sociedad.
No obstante, su desarrollo puede verse obstaculizado por diversas razones, entre otras, las existencia de determinados trastornos. Tenemos niños y niñas muy impulsivos, lo que a menudo se traduce en irritabilidad en las relaciones con sus pares. O niños a los que, por sus dificultades para mentalizar, les cuesta comprender y anticipar las intenciones o deseos de los demás y son, por tanto, poco ágiles a la hora de interpretar o entender los deseos ajenos. O niños con un lenguaje inmaduro o muy introvertidos, lo que les impide acercarse a los demás con seguridad.
Imprescindible: identificar las capacidades afectadas
Es importante destacar que aunque todos estos casos implican dificultades en el desarrollo de las habilidades sociales, las causas son muy diversas y, por lo tanto, requieren intervenciones específicas adaptadas a cada situación.
En Bla Bla llevamos a cabo intervenciones en grupos reducidos (no más de 3-4 participantes) en las que abordamos el desarrollo de las habilidades sociales teniendo en cuenta las capacidades afectadas. Esto requiere una evaluación inicial que nos permite conocer a fondo a cada niño o niña para poder integrarlo en un grupo de trabajo acorde con sus necesidades concretas.
¿En qué consiste la evaluación
- Llevamos a cabo una entrevista inicial con la familia a través de la cual recogemos información relevante acerca del desarrollo del niño (anamnesis, informes aportados por otros profesionales, observaciones de la familia, datos familiares de interés…).
- Concretamos una sesión de evaluación, normalmente de una hora de duración, con objeto de conocer al niño a través de la observación conductual directa y, si lo consideramos conveniente, la aplicación de cuestionarios o pruebas estandarizadas.*
- Entregamos a la familia un breve informe en el que se reflejan las observaciones realizadas y conclusiones extraídas.
*En el caso de que sea necesario realizar una evaluación exhaustiva debido a la detección de signos de alerta o por recomendación del profesional, se informará previamente a la familia, quien decidirá, sin compromiso alguno, si la realiza o no.
