Tratamientos recomendados
Psicología, logopedia y, en algunos casos, fisioterapia, son los tratamientos recomendados para el niño con TEA. Otros enfoques como la terapia ocupacional, la psicomotricidad, la musicoterapia, la estimulación sensorial o la terapia asistida con animales pueden ser eficaces como complemento -y los utilizaremos tanto como sea necesario-, pero siempre que el niño esté recibiendo en primera instancia tratamiento psicológico, logopédico y, si es oportuno, fisioterapéutico.
Yo misma he hecho durante mucho tiempo terapia con animales y soy una apasionada de los beneficios que aporta, pero nunca me atrevería a decir que puedo solucionar un autismo únicamente con esto.
Respecto a otras terapias como la alimentaria, la sensorial o la auditiva, solo puedo decir que desconocemos su eficacia porque carecemos de medios para medir los progresos que experimenta el niño tras recibirlas.
Lo que sí sabemos es que una intervención temprana garantiza un mejor pronóstico, porque el cerebro infantil genera innumerables conexiones neuronales en esos primeros años de vida. Cuanto antes empecemos, mayor será el éxito. Si esperamos a que el niño tenga siete u ocho años para actuar, nos encontraremos con conductas instauradas difíciles de reducir o modificar.
Método ABA y un poco de historia
Dicho lo anterior, consideramos la metodología ABA (Applied Behavior Analysis), basada en el análisis de la conducta, como la más efectiva para el tratamiento del TEA. Y quiero explicaros por qué. Pero antes permitidme que repase un poquito su historia:
En la década de los 60, el Dr. Lovaas llevó a cabo un estudio en el que participaron dos grupos de niños con autismo profundo. Se aplicó al primer grupo terapia ABA y al segundo, que actuaba como grupo de control, terapia general convencional. Con posterioridad, se registraron detalladamente las mejoras experimentada por cada uno de los niños.
El grupo «ABA» debía cumplir los criterios siguientes:
- Aplicación de la metodología estudiada.
- 40 horas semanales de tratamiento individualizado.
- Formación de las familias.
- Supervisión regular por un terapeuta externo.
Los buenos resultados obtenidos respecto al grupo de control fueron evidentes. Desde entonces son muchos los centros que aplican esta metodología, algunos como centros «réplica» de terapia ABA, y otros mediante terapia conductual adaptada a las posibilidades de cada familia y circunstancias del niño.
Pros y contras de la terapia ABA
VENTAJAS
- Los resultados demuestran que el análisis conductual funciona, porque es la forma en la que todos aprendemos.
- A más horas de terapia, mejor pronóstico. Los terapeutas elaboran un registro exhaustivo de todo lo que se hace con el niño, con una medición pormenorizada de los resultados.
- Se implica a la familia en la intervención.
INCONVENIENTES
- Precio: el enfoque ABA requiere 40 horas semanales de terapia a cargo de un equipo de tres terapeutas que se van rotando y no todas las familias pueden hacer frente a este gasto.
- Parte de la terapia se realiza en el hogar por lo que puede haber cierto grado de intrusismo en la dinámica familiar.
¿Pero qué es esto del análisis de la conducta?
El ensayo discreto es la forma en cómo todos aprendemos: ante un estímulo discriminativo se produce una respuesta por nuestra parte y esa respuesta tiene una consecuencia.
Veamos un ejemplo ilustrativo:
El protagonista de las fotografías es el pequeño Juan. En un momento determinado las molestias de su barriguita le indican que tiene hambre. Ese es el estímulo discriminativo: la sensación de hambre. ¿Qué hace Juan como bebé que es? Llorar. Mamá, que lo escucha, le prepara de inmediato un biberón. Esta es la respuesta reforzante. El dolor de tripa inicial ha provocado una respuesta espontánea del niño que se ha visto recompensada. La relación es obvia incluso para alguien tan pequeño como Juan: «Tengo hambre, lloro y mamá me da de comer».
Así aprendemos todos. Pensad en situaciones cotidianas como, por ejemplo, aprender inglés. Si tenéis la misma facilidad que yo para este idioma, os costará muchísimo. Pero imaginad ahora que conocéis a un chico o a una chica inglesa que os fascina y con la que deseáis entablar conversación. Esa persona será vuestro estímulo para aprender inglés. Y habrá una respuesta reforzante: una animada conversación entre ambos. La conclusión es obvia: aprendemos más y mejor cuando hay una motivación o un refuerzo positivo basado en nuestros intereses. Y en esto se apoya la metodología ABA:
El niño con TEA necesita repetición: un método de aprendizaje muy motivador, muy emocionante, pero sobre todo muy repetitivo. Si tratamos de que aprenda de la misma forma que el niño normotípico, no conseguiremos ningún avance, porque las alteraciones que presenta en los canales neuronales hacen que su forma de aprendizaje sea diferente. Sin embargo, necesitará desenvolverse en un entorno normotípico, por lo que tendremos que ayudarle a que ese aprendizaje se parezca cada vez más al de sus compañeros. Para ello necesitaremos:
- Una motivación muy potente con numerosos reforzadores.
- La exposición sistemática a la generalización.
- El afianzamiento continuado de los aprendizajes.
- La generación de respuestas a partir de los aprendizajes adquiridos.
- La exposición a situaciones de aprendizaje 24 horas, siete días de la semana.
- Y no menos importante, la formación de los padres y del entorno familiar.
Si la conducta del niño es recompensada con un premio (refuerzo positivo), tenderá a repetirla para que le vuelvan a premiar.
¿Pero qué ocurre si la respuesta del niño no se ajusta a lo que buscamos o no hay respuesta? En ese caso, no habrá refuerzo. Si el error no es recompensado, el niño dejará de intentarlo.
Estos conceptos son muy básicos, pero constituyen el fundamento del aprendizaje. Si quiero que el niño aprenda a hacer pis en el cuarto de baño, mi primer objetivo será que se siente en el váter. Por el simple hecho de permanecer sentado (que es algo que detesta) recibirá el premio que le he mostrado previamente. Aquí entra en juego la concreción: debemos plantearnos objetivos muy concretos para cada niño. Es posible que Mario se merezca un premio solo por tocar la taza del váter. El paso siguiente será que se siente. Después iremos aumentando el tiempo que aguanta sentado hasta conseguir finalmente que haga pis. Quiero que Mario aprenda por éxito porque esa será la forma más eficaz de que quiera repetir la experiencia. Por ello, reduciré mis objetivos hasta el punto de que Mario logre su premio cada vez que consiga un resultado buscado. Al mismo tiempo, iré retirando las ayudas.
Si la tarea es compleja, la descompondremos. Por ejemplo, podemos descomponer la tarea de lavarse las manos en encender la luz del baño, abrir el grifo, mojarme las manos, cerrar el grifo, ponerme jabón, etc. El siguiente objetivo, una vez aprendidas las acciones parciales, será que encadene dos de estas acciones. Después serán tres, y así progresivamente hasta completar la tarea de principio a fin. Cada uno de los logros será premiado.
Pero la metodología ABA va mucho más que lo que acabo de explicarlos. Aunque esto ya será tema de otro post…
Eva Estrada (Logopeda)