Inicio   Psicopedagogía   Una neurona muy cinematográfica

Una neurona muy cinematográfica

La historia de Henry Molaison es narrada de forma apasionante por Rodrigo Quian Quiroga, Director del Centro de Neurociencia de Sistemas de la Universidad de Leicester, en su más que recomendable libro «Borges y la memoria».

El niño Henry sufrió una caída a la edad de 10 años que le provocaría, a lo largo de su vida, graves ataques epilépticos imposibles de controlar con medicación. A los 27 años se sometió a una intervención experimental con la que el neurocirujano William Scoville aspiraba a mejorar su difícil existencia: la extirpación completa del hipocampo.

La percepción visual y el razonamiento general de Henry permanecieron intactos tras la operación. No ocurrió lo mismo con su memoria. Una terrible amnesia anterógrada le impedía consolidar el más mínimo recuerdo. Ni siquiera recordaba que acababa de comer, lo que le causaba una perpetua sensación de hambre. Henry Molaison se convirtió en H.M., un paciente dependiente por completo de su familia. Sin embargo, el estudio de su comportamiento hasta el momento de su muerte con 82 años, ha aportado valiosísimos conocimiento en el terreno de la neurociencia y, en particular, de la memoria y el olvido.

Desde entonces se ha perfeccionado la técnica de extirpación unilateral del hipocampo. Entre un 10 y un 20 por ciento de pacientes epilépticos son refractarios a la medicación, por lo que la eliminación del foco que provoca las crisis (localizado con frecuencia en uno de ambos hipocampos), sin menoscabo de otras funciones, puede mejorar su vida sustancialmente. Esta intervención exige primero verificar con exactitud dónde se encuentra la lesión, por lo que, aparte de la evidencia clínica y las resonancias, es necesario implantar electrodos intracraneales.

El equipo de Quian Quiroga supo aprovechar el excelente campo de pruebas que le ofrecían estos pacientes «implantados» para estudiar la actividad de las neuronas del hipocampo, algo que hasta el momento resultaba complicado con técnicas no invasivas. Uno de los resultados de estos exhaustivos estudios fue la galardonada «neurona de Jennifer Aniston».

¿Por qué bautizarla con el nombre de la protagonista de la serie Friends? Una neurona de uno de estos pacientes solo ese activaba ante las fotografías de la actriz o cuando se mencionaba o se le mostraba su nombre por escrito. Esta misma activación se producía en otros pacientes, ante la imagen del astro Maradona o del Rocky de Sylverter Stallone, pero en el caso de Aniston el resultado era particularmente llamativo. Es más, esas neuronas respondían exclusivamente a ese estímulo visual o sonoro y a ningún otro.

Una de las implicaciones de esta amplia investigación -que arrojó muchas otras interesantes conclusiones- es que en esas neuronas converge la información procedente de varios sentidos. La neurona de Jennifer Aniston, por tanto, guarda conceptos y categorías de conceptos que nos permiten codificar el significado del mundo que percibimos. Ahí es nada.

 

No se admiten comentarios.

Powered by Docxpresso
¿Qué quieres saber?
💬 ¿Necesitas ayuda?
Bla-Bla
Hola 👋
¿En qué podemos ayudarte?
Ten en cuenta que la respuesta puede no ser inmediata si nos llamas a partir de las 20:30. Te responderemos lo antes posible :-)