Entendemos por conciencia fonológica la habilidad metalingüística que nos permite comprender la estructura sonora del habla y que las palabras están compuestas por sílabas y fonemas.
El niño que inicia sus primeros pasos en la lectura se enfrenta a la dificultad de discriminar unos sonidos que él percibe como una secuencia continua sin ningún tipo de división. En las primeras etapas de adquisición de la habilidad lectora, el niño comienza a aprender estrategias básicas de decodificación que le permitirán separar los grafemas que componen la palabra, asignar a cada grafema el fonema (sonido) que le corresponde y combinar esos fonemas para articular correctamente lo que lee entendiendo su significado. Sin embargo, la correspondencia grafema-fonema es puramente arbitraria y no existe nada que indique al niño cómo debe pronunciar cada sonido, con la dificultad añadida de que algunos grafemas comparten rasgos visuales o acústicos («b» y «d» o «m» y «n»), por no hablar de las irregularidades en la correspondencia grafema-fonema (por ejemplo, grafemas variantes que representan un mismo fonema (la «v» y la «b» con las que transcribimos el fonema /b/, o la «r» inicial o la «rr» intermedia empleadas para transcribir el fonema /r/ múltiple) o de los sonidos que se representan con varias grafías.
La enseñanza sistemática de la lectura comienza con el desarrollo de lo que se denomina «ruta fonológica». El niño debe comprender que el lenguaje se divide en componentes más pequeños (sílabas y fonemas) a los que se asocian signos gráficos que nada indican sobre cómo han de ser pronunciados, por lo que el aprendizaje y automatización del proceso de conversión grafema-fonema y el reconocimiento automático de los grupos gráficos es fundamental para dominar la lectura. Se ha observado que, en muchos casos, el retraso en el desarrollo lector del niño se debe a la dificultad que experimenta al ejecutar tareas básicas que requieren la manipulación de los sonidos, muchas de las cuales preceden al aprendizaje de la lectura.
La rima, considerada por algunos autores como una forma rudimentaria de conciencia fonológica, centra la atención del niño en el sonido de las palabras. A través del relato rimado, con estribillos y repeticiones, los padres podemos favorecer, de una forma divertida y lúdica, la capacidad de discriminación auditiva y segmentación silábica de nuestros hijos ya que, cuando reconocen la rima de dos palabras están, de alguna forma, separando los sonidos. El niño es consciente de que dos palabras empiezan y acaban igual e incluso puede contar el número de sílabas de cada una de ellas (conciencia silábica) para, posteriormente, identificar sonidos aislados. Y esta capacidad de reconocer y analizar el sonido será fundamental en el proceso de adquisición de la lectoescritura.